Muy bello recital schubertiano el que nos proponen estas dos excelentes artistas francesas. La Sonata Arpeggione D. 821 es una de las obras maestras del austriaco, y fue escrita para un curioso instrumento, de efímera vida, que consistía en un violonchelo con trastes de guitarra, pero Schubert logró crear una composición de una hondura incomparable. Se incluyen también, en transcripciones para cello y piano, la menos trascendente y juvenil Sonatina para violín D. 384 y algunos de los más famosos lieder, como La trucha. Anne Gastinel, heredera del gran Pierre Fournier, utiliza un instrumento de 1690 del que extrae cálidas sonoridades, sabiendo reflejar toda la serena cantabilidad de estas piezas, con la compli-cidad de una pianista sensible y muy musical como Claire Désert.