Edgar era el único papel pucciniano que le quedaba a Plácido Domingo por cantar. Dada su personalidad y trayectoria era previsible que encontrase en algún momento la posibilidad de abordarlo. Lo hizo en estudio hace un año, tras interpretar Siegmund en Londres. Estamos ante un papel para tenor spinto con un aria, un apasionado dúo y dos grandes concertantes. Domingo se muestra en plenitud, apasionado y con la voz fresca. También el resto del reparto es acertado, con Marianna Cornetti como la perversa Tigrana, Adriana Damato como la inocente Fidelia y Juan Pons como Frank. Alberto Veronesi dirige con convicción y logra una lectura excitante de la segunda ópera de Puccini, una obra que no ha logrado entrar en el repertorio, que el propio autor no estimaba en mucho, pero que contiene la mayoría de los gérmenes de lo que habría de venir después, en especial de Tosca, Turandot y La Fanciulla del West. Una publicación realmente muy interesante.