A pesar de la guarnición con que Pitingo adereza su primer disco, ese nombre es el de una familia con rango en el mundo de la guitarra: los Habichuela de Granada, que en la grabación viene representada por su plana mayor: Juan y sus hijos, Juan el Camborio y Antonio con las percusiones, ambos ex Ketama, y Pepe, acompañante favorito de Morente, porque, ya que el disco viene precedido de una orquestación mediática inusual, con su envoltura se incluye una frase-bendición del cantaor granadino, avalando a este joven onubense que se plantó en Madrid en busca de mejor fortuna. La ha encontrado en el flamenco. Suerte para Pitingo, cantaor de hoy, pero con buen oído para los clásicos, como lo demuestran sus emocionadas seguiriyas, soleares, granaínas o los tangos trianeros. Hay que sumarle las virtudes teologales del flamenco: afinación, afición y arte. También goza de voz flexible y un sonido original, aunque todavía queda mucho camino. Una última cuestión: cuidado con los cantos de sirena.