En 1720-21 el hábil y novedoso juego de acordes proporcionaba la sensación de que la escritura era polifónica. Johann Sebastian Bach era capaz, nos dice el biógrafo Johann Nikolaus Forkel, de combinar en una sola voz todas las notas necesarias para conseguir una armonía perfecta. Es evidente que estas obras planteaban a los instrumentistas dificultades técnicas descomunales. Pau Casals fue el responsable de abrir camino en la época moderna. El noruego Truls Mork lo sigue, como otros, y nos convence por la severidad del fraseo, por el equilibrio de las voces, por la calidad y amplitud del sonido, por la limpieza de ejecución. Se muestra ágil, grave y profundo. Una interpretación al mejor nivel, quizá algo falta de fantasía. Pero tampoco nos gustan siempre los excesos a lo Mischa Maisky.