Giuseppe Verdi
La Traviata
5 octubre, 2006 02:00
Se publicaron casi simultáneamente dos dvds de La Traviata correspondientes a representaciones en vivo en el Teatro Real de Madrid y en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo. Estamos ante dos concepciones absolutamente diferentes, capaces de satisfacer a los amantes del espectáculo y de la ópera de unos u otros gustos.
Madrid optó por la lectura de Pier Luigi Pizzi con una acción trasladada al París de la ocupación, que no entorpece ni desfigura el libreto y que se mueve a pesar de ello dentro de unos cánones clásicos. Hay una bella puesta en escena con decorados típicos de la factoría italiana, un discreto manejo actoral y una interpretación vocal muy estimable. Norah Amsellem resultó una revelación, una Violetta absolutamente convincente que contó con el magnífico Alfredo de José Bros y la veterana experiencia y siempre buen hacer de Bruson en un papel ideal para él. Jesús López Cobos logró una estupenda prestación de los cuerpos del teatro dentro de una versión más interiorizada de lo habitual.
El Festival de Salzburgo representó el extremo opuesto, con casi un único y vacío decorado con prácticamente sólo un enorme reloj que cuenta las horas de vida de la protagonista. Obviamente carece de sentido la frase de Germont en el acto II "Pur tanto lusso..." y es que el libreto se traiciona con frecuencia. Pero Willy Decker logra un espectáculo electrizante y emotivo que hace llorar, fuera de todos los cánones, magnífico para un festival y menos para un teatro estable. Ana Netrebko actúa tanto o más que canta, mientras Rolando Villazón sobreactúa y sobrecanta y Thomas Hampson no da el papel. Rizzi y Viena no mejoran a los del Real. Ustedes escojan.
Madrid optó por la lectura de Pier Luigi Pizzi con una acción trasladada al París de la ocupación, que no entorpece ni desfigura el libreto y que se mueve a pesar de ello dentro de unos cánones clásicos. Hay una bella puesta en escena con decorados típicos de la factoría italiana, un discreto manejo actoral y una interpretación vocal muy estimable. Norah Amsellem resultó una revelación, una Violetta absolutamente convincente que contó con el magnífico Alfredo de José Bros y la veterana experiencia y siempre buen hacer de Bruson en un papel ideal para él. Jesús López Cobos logró una estupenda prestación de los cuerpos del teatro dentro de una versión más interiorizada de lo habitual.
El Festival de Salzburgo representó el extremo opuesto, con casi un único y vacío decorado con prácticamente sólo un enorme reloj que cuenta las horas de vida de la protagonista. Obviamente carece de sentido la frase de Germont en el acto II "Pur tanto lusso..." y es que el libreto se traiciona con frecuencia. Pero Willy Decker logra un espectáculo electrizante y emotivo que hace llorar, fuera de todos los cánones, magnífico para un festival y menos para un teatro estable. Ana Netrebko actúa tanto o más que canta, mientras Rolando Villazón sobreactúa y sobrecanta y Thomas Hampson no da el papel. Rizzi y Viena no mejoran a los del Real. Ustedes escojan.
