Hoy pueden contarse hasta veinte versiones distintas de esta magistral ópera de Monteverdi, en la que encontramos el nuevo recitativo ya empleado por Peri y Caccini, la sutileza rítmica de la canción francesa, la polifonía tradicional del motete, el embellecimiento de la línea vocal con fioriture y adornos diversos, figuras cromáticas del madrigal transferidas a la monodia… Una obra proteica, de una riqueza extraordinaria. La grabación es la segunda de todas cuantas han sido publicadas y supuso en 1949 un logro al mando del polivalente y ecléctico Helmut Koch, que adiestró bien a sus huestes, solistas varios, Coro y Orquesta de Cámara de la Radio de Berlín. Lo que escuchamos tiene un nivel y es expuesto con dignidad, aunque atado a unos tempi en exceso lentos, morosos y pesantes; como las texturas. A cambio, tenemos la posibilidad de escuchar la magnífica interpretación del tenor suizo Max Meili, un verdadero apóstol de la música antigua, que canta con intención, mesura y expresión, abriendo la senda de unas maneras que serían seguidas por otros. Realiza con general limpieza los melismas y se erige en el principal valor de la añeja aunque muy audible grabación.