Uno de los puntos de inflexión de la carrera de María Callas estuvo en esta representación florentina de 26 de mayo de 1951. El personaje de Elena, para una soprano dramática de agilidad, era ideal para la joven griega, que sorteaba con habilidad la tremebunda coloratura y continuaba de forma sublime los pasajes cantabile. Una demostración. El registro proviene de unas tomas realizadas para el productor de la EMI Walter Legge; el sonido es mejor que el de otras grabaciones de esa función. La Obertura no se llegó a grabar y por ello falta en esta publicación, lo que es una pena porque se trata de una página llena de esa electricidad que todavía dominaba al Verdi de 1854. Se ofrece la tradicional versión italiana, aunque cortada. Sí hay ballet, como correspondía a una ópera estrenada en la capital francesa. La dirección desarrollada por Kleiber es minuciosa, precisa, enérgica e incluso seca. Todo queda imantado con su batuta, bien que la orquesta sea regular. Aparte de la sensacional María Callas, interviene Boris Christoff, que canta bien, pero que amputa la parte más difícil de su O tu Palermo. Sin embargo, Mascherini, Kokolios-Bardi y los demás están a menor nivel.