Smetana es particularmente conocido por lo que podríamos considerar su obra maestra sinfónica, el ciclo de poemas Má Vlast (Mi patria). No tanto por otras como los también poemas sinfónicos El campo de Wallenstein o Ricardo III. No digamos la obertura de Doctor Fausto o la Sinfonía Festiva o la Marcha del Festival Shakespeare. Son, no obstante, páginas de un brillo, una belleza melódica y una energía popular muy resaltables. Existen multitud de grabaciones de Mi patria, pero más bien pocas o ninguna de las demás.

El más actualizado catálogo Muze-Gramophone no recoge, por ejemplo, la citada Sinfonía o la obertura Festiva en do mayor, sin número de opus. Por eso ha de ser bienvenida esta publicación, que incorpora todas esas composiciones, aunque no sea absolutamente completa. En cualquier caso, nos sirve para trazar un cuadro de la producción de Smetana, de tan agitada vida y de final tan triste, que va desde sus logros más tempranos hasta los más maduros.

El sabor agreste, espejo de un paisaje, de estos pentagramas, tanto de los de primera época, construidos con el ojo puesto en la tradición alemana (Smetana era germanohablante), como los de la madurez, en los que el espíritu nacionalista y el aroma de la tierra traspasaban y embargaban texturas, ritmos y armonías, están muy bien reflejados en la vibrante y muy vivaz interpretación de la Orquesta Filarmónica Janácek de Ostrava y de Theodore Kuchar (1960), que denota conocimiento y sentido plástico.

La formación no es de primera línea. Sin embargo, suena aguerrida, y la batuta, escasamente poética y poco refinada -en Mi patria, claro, se echan en falta las clásicas versiones de Talich o de Kubelik-, es resuelta y acentúa con gran propiedad. éste es un álbum recomendable por su repertorio, así como por todo su idiomatismo y frescura.