Elgar/Chaikovski

Este director estonio (Tallin, 1962) ha continuado la carrera de su padre, Neeme, pero con otras cosas que decir y otro temperamento. A las maneras algo toscas, aunque efectivas, de su progenitor, opone Paavo más nervio y quizá una mayor finura en el tratamiento de la materia sinfónica. En estos discos hay buenos ejemplos de ello, pese a que, como siempre, el sonido Telarc, muy limpio y puro, natural, tenga un espectro poco brillante. Pero la verdad es que todo se escucha nítidamente y nos permite seguir la buena labor de la batuta, que expone sobriamente, quizá demasiado, en la Enigma de Elgar. Nimrod ha de tener más chispa y un arco dinámico mejor resuelto y el Finale ha de ser más eléctrico. Alcanza mayor temperatura en las Cuatro Interludios de Peter Grimes y creemos está algo plano en la Guía para jóvenes de Britten. Con una buena orquesta, como es la de Cincinnati, Järvi resuelve a satisfacción la Sinfonía chaikoskiana, expuesta con claridad y mesura, sin excesos emocionales redundantes; aunque echemos de menos un punto mayor de efusión y una densidad más envolvente de las cuerdas.