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Con David Palomar los estilos de Cádiz se reinventan y refrescan, se hacen más vivos, teniendo como centro ese territorio singular que es el barrio de La Viña, corazón del carnaval gaditano. Esta circunstancia es la que le otorga al disco ese aire participativo y coral en el que intervienen los distintos elementos sonoros que conforman un retablo multicolor y polirrítmico, que va desde la bulería, con ecos santiagueros de Jerez, a los tanguillos propios de la tierra, una sátira con coplas alusivas al cerco de las tropas napoleónicas a principios del XIX. La América caribeña, de tan luminosa influencia, se expresa en una sugerente rumba sobre textos del poeta y periodista J. J. Téllez, para desembocar en unas clásicas cantiñas, pasando por tientos, malagueña, temporera o una desgarrada zambra. En este brillante trabajo, Palomar, que se ha rodeado para la ocasión de unos músicos excelentes, sin distorsionar el espíritu de los cantes de Cádiz, renueva su lenguaje en un claro ejercicio de creatividad.