El artífice musical de la revisión fue el director asturiano Nacho de Paz, de gesto preciso y claro que, desde su habitual territorio inscrito en el campo de la creación contemporánea, ha hecho un arreglo con todas las consecuencias para una jazz-band de once músicos. El resultado sonoro, que resalta los aspectos rítmicos, otorga crudeza al espectro tímbrico y clarifica los planos, tiene mucha marcha y engarza perfectamente con el sentido del sainete-revista, en donde Guerrero depositó una amplia selección de sones, de aires, de danzas y estilos muy de la época y que quedan ahora plasmados de forma muy convincente.
Alberto Castrillo-Ferrer concede la elocuencia, el verbo fácil y donoso a las réplicas y sabe mantener la tensión de los diálogos y manejar el espacio con agilidad y lógica. Lo que determinó que, a pesar de la futilidad de la anécdota -que gira en torno a dos billetes de lotería- y de un metraje excesivo, la narración prospere y acabemos pasándonoslo bastante bien. Entre los intérpretes hay que destacar la labor del omnipresente Jacobo Dicenta, tornasolado, ágil en las contestaciones, imaginativo en los soliloquios. Lola Casariego, soprano vigorosa, actriz con recursos, hace con solvencia hasta cuatro papeles. A buen nivel el resto del amplio elenco, con el barítono Gerardo Bullón a la cabeza.