En el ámbito de la canción Verdi es seguidor de los presupuestos establecidos por Rossini, Bellini y Donizetti, que mantenían las pautas de los italianos del XVIII. Por lo general el compositor de Busseto construye piezas estróficas o configuradas de manera parecida al aria de la época, con incrustaciones de esquemas variados de carácter rapsódico; el piano juega por lo general un papel secundario, atento sobre todo al sostén de la línea vocal, expertamente tratada: hay pasajes en los que reconocemos esbozos de algún tema operístico.
No es habitual que nuestros cantantes aborden este mundo verdiano. Por eso hay que celebrar que lo haga la soprano extremeña Carmen Solís con la experta compañía del siempre eficiente y conocedor Fernández Aguirre. En la grabación comprobamos de nuevo que la cantante es una lírica plena, con ocasionales ribetes de lírico-spinto y con clara homogeneidad de los registros. La voz posee metal, ricos armónicos, tiene cremosidad y se va arriba sin pestañear; hasta el do 5 en el cierre de la muy larga L’esule, una escena dramática y variada.
Es cierto que a veces la emisión se ve aquejada de un excesivo vibrato y que en algún momento el sonido se torna un tanto desabrido y falto de redondez. Pero se compensa con el temple y cuidada dicción, así como con el manejo de sugerentes claroscuros, como en La seduzione o en la citada L’esule. Alguna de las 15 piezas incluidas en el CD –de las alrededor de 30 que compuso Verdi– piden un toque abiertamente popular, como Lo spazzacamino. Solís se lo da. La afinación es muy buena, con la salvedad del comienzo de È la vita un mar de affanni, cerrada, sin embargo, con una magistral cadencia con ascenso al la bemol 4.