Una flauta a los ocho años tuvo la culpa de que María Toro (La Coruña, 1979) se enganchara para siempre a la música. Después llegó el rock progresivo de Jethro Tull para terminar de grabar a fuego una vocación que no se propulsó con las horas de conservatorio pero sí con las posturas imposibles de Ian Anderson con la travesera. Las composiciones largas a modo de suite, los cambios de compás y las texturas terminaron de consolidarse en su mente despierta cuando descubrió los trabajos de Chano Domínguez, Carles Benavent, Javier Colina, Tino di Geraldo y, muy especialmente, Jorge Pardo, a quien escuchó por primera vez a los 15 años.
Su presencia en JazzMadrid, el próximo 21 de noviembre en el Fernán Gómez (Centro Cultural de la Villa), culmina una ruta artística y existencial que ha pasado por Nueva York y Río de Janeiro y que ahora recala, cerrando el círculo (también una suerte de trilogía), en Madrid y Galicia. De ese largo viaje han nacido los álbumes A contraluz (2014), Araras (2017) y el reciente Fume, que presentará en el certamen del Ayuntamiento de Madrid para volver a sus orígenes y recordar sus primeros pasos como 'pandereteira' en Xerdiz, aldea en la que pasó su niñez y adolescencia.
Pregunta. El jazz más clásico en Kilitum, el flamenco de Fume, la energía de De marfil, el folclore en A costureira, Brasil en A barata… ¿Alguna parada más en este variado viaje por geografías y estilos?
Respuesta. Todo lo que se escucha en el disco es el resultado de experiencias con músicas de muy diversas escuelas que nacen del intercambio entre todas esas culturas. Sé que es muy manido, pero la música es universal y no tiene ninguna frontera. Por ejemplo, he vuelto a la 'pandeireta'. Cuando algunos compañeros músicos la vieron por primera vez no entendían qué iba a hacer. Y ahora me piden que la incluya en más canciones. Creo que es una manera de poner en valor un instrumento fundamental en el folclore, pero que tiene muchísimo potencial para el jazz. En Brasil se usa el 'pandeiro' muy naturalmente, más allá de lo tradicional, y eso abre un mundo de posibilidades. En Galicia tenemos mucho margen para enriquecer y fusionar géneros como el propio folk y el jazz. Igual que en su día se empezó a usar el cajón en el flamenco. O la flauta. ¡Quién lo iba a decir! Y mire ahora… Además de la 'pandeireta' y mi voz, otra novedad es la participación en dos temas del disco de un músico que admiro muchísimo, Miron Rafaelovich, con la trompeta y el fliscorno, que le da otra dimensión a las composiciones.
P. Ha contado también con la colaboración de Chano Domínguez en Nos vemos en la mureta y Esto es para ti. ¿Qué le ha aportado el piano del músico gaditano, que estará también junto a Martirio en JazzMadrid?
R. Desde hace veinte años estudio y toco los temas de Chano e investigo su manera de abordar la música. Es un referente. Nunca hubiese imaginado que un día tocaría mis temas. Tuve la suerte de hacer una gira conjunta por Brasil en 2019, en un proyecto inédito con composiciones de los dos. En esa gira nació una relación musical y de amistad que nos llevó a grabar estos dos temas.
Nos vemos en la mureta lo compuso María Toro durante sus años en Río de Janeiro y Esto es para ti es un tema que Chano Domínguez le regaló y que nace de una progresión de acordes que Paco de Lucía le enseñó y que nunca llegó a grabarse. Partiendo de ese principio compusieron la pieza a modo de homenaje. “Ha sido uno de mis máximos regalos musicales”.
P. David Sancho, Toño Miguel y Andrés Litwin. ¿Cómo llegó a formar cuarteto con estos músicos?
R. Cuando llegué Madrid en 2017 hice una banda para tocar por España y Europa. Llevaba años llevando mi música por Estados Unidos y América Latina, pero no había rodado por aquí. En el día a día de los conciertos, las jam sessions y las actividades musicales de Madrid me topé con David, Andrés y Toño, que se han convertido ya en elementos fundamentales para mi música y sin los cuales Fume no hubiera sido posible.
P. ¿De qué forma le ha influido el jazz más clásico?
R. Cuando acabé el superior de Clásico no sabía qué hacer con la música. Sentía mucho interés por lo popular y en esa época tenía mucha relación con el rock progresivo. Cuando descubrí el jazz fue como empezar de cero, como iniciar otra profesión. Fui consciente de que existía la posibilidad de variar melodías, de improvisar, de crear… me sentí mucho más libre. Empecé a estudiar a los clásicos y a todos los standards de jazz. Eso me dio muchas herramientas y me abrió la mente de forma absoluta.Cuando descubrí el jazz fue como empezar de cero, como iniciar otra profesión. Fui consciente de que existía la posibilidad de variar melodías, de improvisar, de crear… me sentí mucho más libre.
"Cuando descubrí el jazz fue como empezar de cero, como iniciar otra profesión. Fui consciente de que podía variar melodías, de improvisar… me sentí mucho más libre"
P. Se acaban de cumplir 100 años del nacimiento de Charlie Parker. ¿Qué supuso para su forma de crear actuar y vivir en Nueva York, una de las cunas del jazz?
R. Fue definitivo en mi vida. No solo musicalmente sino también en lo personal. Es una ciudad hostil, pero en lo relativo al arte es muy generosa y siempre hay un espacio para quien lo busca. Siempre tuve la sensación de que lo que hacía era importante. Es una ciudad donde hay cientos de espectáculos diarios en cualquier formato. Te pone los pies en la tierra y te hace ir a por todas. Si una persevera, lo consigue. Y estoy convencida de que esto es válido para cualquier disciplina artística.
P. ¿Cree que el jazz vive un buen momento en España? ¿Hacia dónde camina en estas circunstancias?
R. Creo que hay muchos talentos increíbles y pocas oportunidades. Y aún así, con todo ese peso y las dificultades de las crisis económicas (y ahora la pandemia), creo que siempre hay un camino. Tenemos a nuestro favor algo positivo: al no ser una música de masas de alguna manera no existen las “modas”. A quien le guste tu música irá a los conciertos hoy y dentro de 20 años.
P. ¿Se siente cómoda con la etiqueta ‘flamenco jazz’?
R. Me siento cómoda con cualquier etiqueta que sirva de cobijo para mi música. Es muy difícil establecer límites. ¿Dónde empieza el flamenco y dónde acaba el jazz? Ambos son estilos muy permeables y, en convivencia, totalmente efervescentes. Están en continuo movimiento y, por tanto, es imposible que el uno escape del otro. Son géneros que se contagian porque al final la música es el resultado de lo que compartes en el día a día. Ambos se desarrollan en constante evolución. Al estar en estrecho contacto es imposible que no se contaminen, en el buen sentido, el uno del otro. Además, me parece una fortuna que nuestro jazz tenga la oportunidad de convivir con el flamenco y viceversa.
P. Ha mencionado la pandemia. ¿Cambiará la relación con el público? ¿Se siente cómoda con el streaming?
R. De momento, no. Recientemente tuve la oportunidad de hacer una master class y un concierto en streaming en Gran Canaria, en un proyecto que se llama Fabrica Fest Plus. Fue una experiencia muy satisfactoria en la que aprendí a darlo todo sin una respuesta inmediata, real. Al final estás tocando para ti porque no ves a nadie. Eso es nuevo para mí pero sigo prefiriendo el contacto con el público.