Image: Ópera, en el gimnasio de las emociones

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Ópera

Ópera, en el gimnasio de las emociones

1 mayo, 2015 02:00

Montaje de La Traviata del Teatro Real, con Ermonela Jaho. Foto: Javier del Real

El Teatro Real celebra los Días Europeos de la Ópera abriéndose a la calle. Pantallas gigantes en museos como el Prado y el Thyssen buscan ampliar su proyección social. Ese es también el objetivo de la plataforma digital lanzada por Ópera Europa, que emitirá funciones en directo y gratuitas. Nicholas Payne, director de esta asociación, y Joan Matabosch explican las claves de la iniciativa y vislumbran el futuro del género lírico.

El Teatro Real prepara el terreno para las celebraciones del bicentenario de su fundación, en 1818. El Consejo de Ministros ha aprobado recientemente la Comisión de Gobierno que planificará los fastos conmemorativos. Como antesala, el coliseo madrileño ha organizado estos días la Semana de la Ópera. La excusa la brindan dos acontecimientos. El primero marcado por el calendario oficial, que fija los Días Europeos de la Ópera entre el 6 y el 8 de mayo. El segundo es la Conferencia Internacional de Ópera Europa, la asociación que engloba a los teatros consagrados al género lírico en el viejo continente. Algunos de sus popes concurrirán en Madrid. Su intención es perfilar una serie de proyectos destinados a expandir el impacto social de la ópera.

El sector afronta algunas amenazas que la crisis ha agrandado. Las principales son la dificultad para renovar sus públicos, garantizando así su porvenir, y la jibarización de presupuestos, que ha tenido efectos dramáticos en España, con epicentros de actividad operísticos situados al borde del encefalograma plano (el ejemplo más significativo es el Palau de les Arts valenciano, azotado también por presuntas prácticas corruptas a la espera de ser ventiladas en los tribunales).

El Anuario de las Artes Escénicas de la SGAE refleja la preocupante hemorragia: 2013 se cerró con un total de 1.233 representaciones (de ópera y zarzuela), 81 menos que en 2012. La caída con respecto a 2008, con 1.723 funciones, fue de casi un 30%. Los espectadores también descendieron notablemente: en 2013 cayeron hasta los 737.898, muy lejos de los casi 1.267.535 de 2008. Y la recaudación, en el mismo lapso bajó de 41,79 millones de euros hasta 22,87.

Pero la ópera, como el país que la alumbró, está habituada a reinventarse y salir a flote. Lleva más de cuatro siglos exprimiendo ingenios para estar a la vanguardia de la creación artística, desde que los miembros de la Camerata Florentina, círculo de inquietos músicos acompañados de arquitectos, pensadores y poetas, se empeñaran en idear un tipo de espectáculo que “hablase en música” y conciliase todas las artes. Fue a principios del siglo XVII en la capital toscana, en pleno despegue del Barroco. La idea cuajó, sobre todo tras el espaldarazo que le dio la primera gran obra maestra del género: Orfeo y Eurídice de Claudio Monteverdi. Estrenada durante los carnavales de Mantua de 1607, representó una perfecta simbiosis entre la monodia de los olvidados coros del teatro griego y la polifonía renacentista. Belleza y emoción confabuladas para hipnotizar al público.

Esa combinación de lenguajes se ha ido adaptando a las corrientes y coyunturas imperantes en cada época. La nuestra le exige una alianza con las nuevas tecnologías para seguir comunicando su mensaje. Es la cuestión prioritaria en el orden del día de la ‘cumbre de expertos' de Madrid. De hecho, presentarán una novedosa plataforma digital cargada de buenas intenciones. “El objetivo es promocionar el género y ampliar su disfrute”, explica a El Cultural Nicholas Payne, director de Ópera Europa e histórico intendente del Covent Garden. “Está diseñada para atraer tanto a los amantes del melodrama como a los que están tentados a darle una primera oportunidad. Por eso es gratuita y mucho de sus contenidos se emitirán en directo. Existe un gran apetito por vivir la ópera in situ. Pero al mismo tiempo debemos ser conscientes de que nuestros hijos demandan cultura por otras vías: más inmediatas, más cómodas, más económicas y más variadas. Los teatros de ópera han de procurar la experiencia en vivo y a la vez servirla a través de dispositivos tecnológicos, al igual que hacen, por ejemplo, los clubes de fútbol”.

La plataforma depende de la generosidad de los teatros de ópera, que ceden sus derechos de reproducción. Participan doce coliseos continentales: el Covent Garden, La Monnaie, la Ópera de Viena... Y, claro, el Teatro Real, uno de sus más perseverantes impulsores. Será precisamente La Traviata que luce estas fechas en su cartellone, firmada por David McVicar, la que abra el ciclo proyecciones el próximo viernes 8 de mayo. La misma función se retransmitirá también en pantallas gigantes en la Plaza de Oriente y una serie de instituciones: el Prado, el Thyssen, el Reina Sofía, la Casa del Lector, la Fundación Canal, la Fundación Giner de los Ríos, el Conde Duque y el Instituto Italiano de Cultura.

La programación orquestada por el templo madrileño acaba de arrancar con la exposición Vístete de ópera en el Museo del Traje, que exhibirá hasta el 17 de mayo más de una treintena de atuendos y pelucas manufacturadas en los talleres de sastrería y caracterización del Real. Los días 7 y 8 la enorme pantalla de su fachada será el epicentro de una ‘maratón de ópera', con la emisión continuada de fragmentos de sus más renombradas producciones. La primera jornada, además, podrá verse completo y en vivo El retablo de Maese Don Pedro de Manuel de Falla, que se escenificará en la sala principal (12.00 horas), con la Jorcam oficiando en el foso bajo la batuta de Josep Vicent. Y el sábado (9) abrirá sus puertas durante todo el día y ofrecerá visitas guiadas.

Son todas iniciativas encaminadas a dinamitar un prejuicio que asedia a los feudos líricos mundiales. Así lo formula Nicholas Payne: “Nuestro principal enemigo es la percepción de que la ópera no interpela al público contemporáneo en la misma medida que lo hace el teatro, el cine o los museos...”. Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, es optimista en esta batalla. Reconoce que algunos teatros son maquinarias mastodónticas y atrapadas en inercias ancestrales que lastran su funcionamiento y la posibilidad de hacer cambios acordes a los nuevos tiempos (“No el Real”, apostilla).

Una babel desde su nacimiento

Pero cree que la ópera reúne condiciones para garantizarse un papel relevante en el futuro: “Es un arte que, como cualquier otro, tendrá que adaptarse a un entorno digitalizado y global. Esto no le va a resultar difícil. La ópera se anticipó varios siglos a la explosión tecnológica que ha provocado un mundo globalizado: en el siglo XVIII el mercado de grandes compositores y cantantes ya era único en toda Europa. Nunca ha conocido fronteras nacionales: ha sido siempre un arte globalizado. A veces se ha descrito con ironía, no sin razón: en La edad de la inocencia, Edith Wharton explica que ‘una inalterable y jamás cuestionada ley del mundo musical exigía que el texto alemán de las óperas francesas, cantadas por artistas suecas, se tradujera al italiano para la mejor comprensión de públicos de habla inglesa'. Esta es la historia de la ópera. Y no sólo en Europa. De hecho, Wharton se refiere al Nueva York de finales del XIX”.

Por su parte, Payne apunta datos que animan al gremio, como la implantación progresiva en Asia y la vitalidad en los Estados Unidos, donde, afirma, ha habido una “tremenda expansión de la actividad” en el último cuarto del siglo XX. “Es cierto que se ha visto reducida por la crisis pero de nuevo estamos entrando en una fase de recuperación”.

Habría que añadir también la reciente eclosión latinoamericana, encabezada por tenores sobresalientes como el peruano Rolando Villazón y los mexicanos Juan Diego Flórez, Ramón Vargas y Javier Camarena (recórdman de bises en el Real: dos en una misma noche). Con reclamos así resulta más sencillo movilizar a las masas y escanciar como es debido un arte en el que, como nos recuerda Matabosch citando a Julian Barnes, “la emoción virulenta, aplastante, histérica y destructiva es la norma”.

“Un arte que busca -añade- más obviamente que los demás, partirte el corazón. Kasper Holten decía que es un fitness center de las emociones. Después de una sesión en el gimnasio para ejercitar los músculos, recomiendo a los jóvenes que hagan los mismo con sus emociones. Y, para eso, la ópera es el mejor lugar”.