La ira de la 'Maria Stuarda' de Donizetti estalla por primera vez en el Teatro Real
- El coliseo madrileño acoge 10 representaciones de la obra basada en la tragedia de Schiller, con la batuta de José Miguel Pérez Sierra.
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El Teatro Real acoge por primera vez Maria Stuarda, la segunda de las “Reinas” de Donizetti. Lo hará a lo largo de diez representaciones, del 14 al 30 de diciembre. El compositor utilizó un libreto de Bardari basado en una de las tragedias más fuertemente introspectivas de Frederic Schiller (Weimar, 1800). Tras no pocas peripecias y distintos intentos en los que la censura estuvo muy activa, la ópera subió por fin a la escena del Teatro alla Scala el 30 de diciembre de 1835.
Se cuenta en la obra la enemistad y el odio amasado durante años entre la reina Isabel y María, que explotan en el magistral Sexteto que cierra el acto II. Figlia impura di Bolena!, clama la aherrojada Maria contra su contrincante, que la ha encerrado durante años. El fragmento, el célebre Dialogo delle due Regine, resulta de una modernidad violenta, como opina Chantal Cazaux. Un momento de alta tensión bien subrayado por una música fustigante, de limpio trazado y cuyo análisis necesitaría más espacio del que disponemos.
Como lo requeriría la famosa plegaria de Maria, Deh! Tu un’umile preghiera, un Andante cómodo en 3/4 y Mi bemol mayor. En el larghetto subsiguiente, Di un cor che more, se alcanza una sufriente intensidad expresiva. Donizetti supo expresar el drama de Maria con una crudeza y una inmediatez que según el gran estudioso de la obra donizettiana, William Ashbrook, “golpean al oyente con la fuerza de la verdad”.
Naturalmente, para encarnar a los dos grandes personajes femeninos ha de contarse con voces contundentes, sólidas y enjundiosas. En el estreno milanés de diciembre 1835 Elisabetta fue Giacinta Puzzi-Tosti. Maria la defendió nada menos que María Malibrán. El personaje ha de tener una voz que posea, además de poderío para asegurar matices en forte en tesitura media, una especial flexibilidad para las ascensiones cromáticas sobre varios compases.
Elisabetta requiere asimismo una voz amplia, con un médium anchuroso, generalmente en forte, y agudos potentes y rotundos. Dos grandes papeles, pues, destinados a dos grandes sopranos, que en algún caso pueden ser abordados por mezzos líricas, dotadas de un ambitus generoso y de una facilidad y flexibilidad notables que les pueda permitir cantar en tesituras elevadas sin esfuerzo.
Para encarnar a los dos grandes personajes femeninos ha de contarse con voces contundentes y enjundiosas
En estas representaciones del Real se cuenta con cuatro excelentes cantantes, que se van turnando. Maria se la disputan dos mezzos, la joven rusa Aigul Akhmetshina, de timbre cálido y espejeante, y la valenciana Silvia Tro Santafé, vieja conocida, de sólida técnica y atractivo vibrato.
Para Elisabetta tenemos a Lisette Oropesa, de limpia emisión e inmaculados agudos, y Yolanda Auyanet, una donizzetiana reconocida, templada y sólida. A su lado se alternan, como Leicester, los tenores Ismael Jordi, siempre artista musical y elegante, y el más fornido y compacto Airam Hernández. Dos buenos bajos cantantes, Roberto Tagliavini y Krzysztof Baczyk serán Talbot.
Todos ellos serán dirigidos en lo musical por el especialista José Miguel Pérez Sierra, que conoce bien el paño y debuta como director de ópera en el Real. En 2014 había dirigido un concierto en homenaje a Montserrat Caballé. La escena es cosa de David McVicar, siempre agudo y recreador fantasioso de óperas de época, a las que sabe dar un interesante giro.