Image: Tándem exquisito para Verdi

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Ópera

Tándem exquisito para Verdi

Pablo Heras-Casado y Plácido Domingo, en el Real

8 julio, 2016 02:00

Pablo Heras-Casado y Plácido Domingo. Foto: Javier del Real

La trágica trama de I due Foscari llega al Teatro Real el próximo 12 de julio en la versión concertante que ofrecerán Plácido Domingo y Pablo Heras-Casado. Angela Meade,Roberto Tagliavini y Michael Fabiano encabezan un solvente equipo vocal.

Regresa Plácido Domingo una vez más al Teatro Real. Y esta vez sí va cantar una ópera entera. Lo podremos escuchar en una versión concertante de I due Foscari, obra verdiana que pisa por vez primera el coliseo madrileño desde su reinauguración en 1997. En el antiguo Real había visto la luz el 13 de marzo de 1852, ocho años después de su estreno en el Teatro Argentina de Roma el 3 de noviembre de 1844.

Podremos seguir la trágica trama en torno a las oscuras intrigas palaciegas sobrevenidas antes y después del nombramiento de Francesco Foscari como dogo de Venecia en 1425. Pero la acción, derivada del drama de Byron, convertido en libreto por Piave, es más bien plúmbea y no progresa adecuadamente por falta de contrastes, tanto en la narración dramática como en la música. El mismo Verdi diría años más tarde que la obra tenía "una tinta y un color demasiado uniformes". El camino practicado previamente en Nabucco y sobre todo en Ernani suponía la concurrencia de diversos elementos e incluso estilos en un todo constituyendo una síntesis de géneros de distinta naturaleza; procedimiento que alcanzaría su plenitud en Rigoletto.

Faltan la intriga, la sorpresa, la incertidumbre. El único contraste realmente apreciable se produce, desde un punto de vista más decorativo que narrativo, en la escena de la Barcarola del acto tercero, un anticipo de La Gioconda de Ponchielli. Pero no cabe dudar, en cualquier caso, de la sobria paleta orquestal del compositor, la expresividad de sus recitativos y, lo más importante, según Kaminski, el empleo de unos todavía tímidos e inmutables temas adjudicados a los personajes principales. El musicólogo David Kimbell, citado por el anterior estudioso, comenta al respecto que estamos en una Venecia de "máscaras musicales". El tema de Jacopo Foscari aparece ya en al obertura.

En algunos aspectos la obra se sitúa en una vía que más tarde seguiría, con mejores resultados, Luisa Miller. El dúo entre Lucrezia, esposa de Jacopo, y el dogo es un número hasta cierto punto conversacional que anticipa asimismo el gran dúo entre Violetta y Germont de La traviata. Destaca el musicólogo Antonio Polignano que I due Foscari es la primera ópera en la que Verdi renunció a la stretta en los concertati. Puede decirse también que el lenguaje armónico es más avanzado que el de Ernani y que el de la mayor parte de las óperas de los años de galera. Hoy en día la obra es mejor valorada que en su momento.

Domingo se mete en la piel del asendereado dogo, un personaje atribulado, muy humano, un antecedente indudable de Miller, de Rigoletto, de Boccanegra, heredero en cierto modo de un Guillermo Tell de Rossini. Todos barítonos nobles. Ha de enfrentarse, entre otras cosas, al aria final, con intervención del coro, Questa dunque è l'iniqua mercede, que combina lo autoritario con lo pastueño; la demanda exigente con la petición de clemencia. La página no está exenta de ironía al principio, y precisa que el cantante la exprese a conciencia y que acentúe los sforzati a lo largo de una escritura adecuadamente embellecida.

Con 75 años, Domingo sigue siendo tenor aunque también defiende cometidos baritonales

La causa verdiana


El creador de la parte fue Achille de Bassini (1819-1881), que en su juventud hizo furor en óperas de Donizetti tales como Lucrezia Borgia o Lucia di Lammermoor, pero luego, imponiéndose con una vocalidad rica en slancio, vigorosa, aunque poco ducha, sorprendentemente, en agilidades, se entregó a la causa verdiana y fue, además de Foscari, el primer Seid de Il corsaro y el primer Miller. El cantante español sigue siendo, según confesión propia, a sus increíbles 75 años, tenor, bien que ya muy corto; pero desde hace algún tiempo defiende cometidos baritonales, evidentemente menos comprometidos para él. Aunque ya muy forzado y con dificultades para la suprema matización, no hay duda de que otorgará emoción a la figura de Francesco Foscari.

Aparece rodeado por un solvente equipo vocal, con dos muy jóvenes artistas norteamericanos a la cabeza: la soprano Angela Meade, voz vibrante y generosa, como Lucrezia Contarini, y el tenor Michael Fabiano, lírico-ligero de fácil agudo, que está en busca de soluciones emisoras, como Jacopo Foscari. El interesante bajo Roberto Tagliavini, en el papel de Loredano, completa el cuarteto protagonista. Intervienen estupendos secundarios españoles: Mikeldi Atxalandabaso, Miguel Borrallo, Francisco Crespo y Susana Cordón (a la que deberían proporcionarle cometidos más enjundiosos). En el foso, el ascendente Pablo Heras-Casado, siempre musical y variado, fantasioso y decidido, que se reencuentra aquí con Plácido Domingo tras la grabación conjunta, hace un par de años, de un CD verdiano.