'La bohème', con su arrebatador lirismo, llega a Bilbao dirigida por Leo Nucci
Tradición y modernidad vuelven a fusionarse en el Palacio Euskalduna en un montaje del mítico barítono gobernado musicalmente por Pedro Halffter.
La bohème de Puccini es sin duda, con La traviata de Verdi, probablemente la ópera más representada a lo largo de la historia. Puccini ofrecía al público, servida con nuevos efectos, la continuidad del melodrama clásico y romántico, variado en los temas y en la expresión y anclado sólidamente en el canto y en la melodía. Uno de los grandes logros de nuestro autor fue sintetizar distintas corrientes en un todo unitario. Tradición y modernidad.
Puccini consiguió una narración continua, fluida, bien construida, que mejoraba en sentido teatral la novela de Henri Murger, Escenas de la vida bohemia, en que se basaba, que venía a ser la unión o solapamiento de distintas escenas tratadas de una forma periodística.
Faltaba ahí esa almendra dramática tan magníficamente forjada en la ópera. En ella, pese a ciertos toques algo blandos y determinadas faltas de rigor escénico, Puccini alcanzó a crear, a través de ese característico verismo diluido, en el que lo realista queda subsumido por lo poético y por lo cordial de las situaciones, una serie de personajes entrañables, salidos de la paleta costumbrista de Murger.
Puccini creó unos personajes entrañables salidos del costumbrismo de Henri Murger
La ópera se podrá seguir en esta ocasión en el Euskalduna de Bilbao, dentro de la siempre sustanciosa temporada de la ABAO, desde este sábado, con un muy interesante plantel de voces, con artistas jóvenes de nuestra tierra.
Mimi será Miren Urbieta-Vega, una soprano lírica bien provista, de timbre caluroso y fraseo cordial. Una voz en sazón, que ha dado ya muchas muestras de sensibilidad, desempeño expresivo y rigor gracias a una técnica muy sólida, que le permite emitir con naturalidad y amoldar fácilmente su sonoridad al personaje.
A su lado estará el Rodolfo de Celso Albelo, que va ampliando su generoso instrumento, que es ahora ya el de un lírico. El tenor canario emite por derecho, sin trucos ni acomodos espurios, y accede a la zona aguda con insultante facilidad. Hay que esperar por ello que se encarame al famoso Do (optativo, pero a ver quién no lo da) y que lo haga a tono.
Marina Monzó, que es una soprano lírico-ligera en crecimiento, de voz cristalina, cálida y bien contorneada, será una Musetta ideal. Manel Esteve, un barítono muy lírico de buena encarnadura y sólido oficio, no debe tener problemas para encarnar a Marcello. José Manuel Díaz, de espectro más oscuro, será otro de los compis, Schaunard.
El bajo, en prometedor crecimiento, David Lagares, debe abordar sin problemas la Vecchia zimarra y Fernando Latorre, siempre en su punto, se encargará de vestir a dos característicos como el casero Benoit y el ridículo consejero estatal, cortejador de Musetta, Alcindoro.
[El verismo poético de 'La bohème']
La segura batuta de Pedro Halffter, que aquí deberá esforzarse para dar con el núcleo del arrebatador lirismo que envuelve a la obra y que tiene en el cierre del tercer acto una verdadera cima, gobernará esta producción de la Fondazione Teatri di Piacenza, la Fondazione Pergolesi Spontini, el Teatro Comunale de Modena y la Ópera de Marsella firmada por el veterano barítono Leo Nucci, que, a medida que va dejando su labor como cantante, va arrimándose el cometido de regista.
Desde luego su amplia experiencia en los escenarios, en los que ha sido más de una vez Marcello, es una garantía. La puesta en escena es bastante tradicional. No dará sustos como los que dio hace unos años en la Ópera de París la proyectada por Claus Guth, que ambientaba la acción en el curso de un viaje espacial...