Image: Jean-Pierre Miquel

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Teatro

Jean-Pierre Miquel

“Molière ataca en Dom Juan los vicios de la hipocresía”

4 julio, 2001 02:00

Inútil, metafísico, bueno, malo, complejo, real, irreal, omnipresente. Este es Don Juan. El Don Juan siciliano, la leyenda poliédrica, el antihéroe sin acción, el mito psicológico, la voz de Molière y... su contrario. El director de la Comédie Française, Jean-Pierre Miquel, lleva al Festival de Teatro Clásico de Almagro (que abre sus puertas mañana) Dom Juan o el festín de piedra, una visión del mito que, según Miquel, interviene en el debate de los grandes temas de la Humanidad y "anticipa la dialéctica de Hegel". Con motivo del estreno, el director Eduardo Vasco, que estrena mañana en el certamen La fuerza lastimosa, de Lope de Vega, analiza para El Cultural la figura de Don Juan y su desesperada búsqueda de la vida y de la felicidad.

Más que en un puente, a Jean-Pierre Miquel le gustaría convertirse en una brecha entre el teatro francés y el español. No parece complaciente ni amable con la situación actual de "diversidad" escénica pero pelea por la libertad de interpretación y de interpelación de los clásicos. "Nos hablan siempre", dice. Como habla este Dom Juan o el festín de piedra (un ‘Dom’ querido por el autor y conservado por el director) que llega como la "perla" indiscutible al Festival de Almagro el próximo 21 de julio. Joaquín Notario (Sganarelle), Cristóbal Suárez (Dom Juan), Natalia Menéndez (Elvira) y Francisco Rojas (Guzmán) encabezan el reparto de una obra con versión española de Julio Gómez de la Serna y producción del CNTC. El director de la Comédie Français tiene las ideas muy claras y conoce los clásicos hasta la erudición. Su labor al frente de la institución gala le ha consolidado como una de las principales figuras de la actual escena europea.

-¿Cómo se ha planteado este Dom Juan para un público español? ¿Montaría esta obra igual si la representase en París?
-No creo. No es lo mismo llevarla al público español que al francés. He intentado, por encima de todo, hacer que el texto se pueda sentir. Quiero que el público español comprenda la obra hasta en sus más pequeños matices, es decir, la originalidad de la obra de Molière con respecto a la tradición española, al mito en toda su plenitud.

-¿Qué diferencia encuentra con respecto a Don Juan Tenorio o El burlador de Sevilla?
-Le mentiría si no le dijera que una de mis grandes preocupaciones a la hora de llevar este montaje al escenario era marcar la singularidad de la visión de Molière. Es radicalmente diferente a cada uno de estos dos retratos del mito.

-¿Destacaría alguna función concreta, alguna finalidad específica en el desarrollo escénico de la leyenda?
-No existe función moral alguna, como se ha remarcado tantas veces. Creo que la obra intenta debatir, en sus planteamientos fundamentales, las grandes cuestiones filosóficas de la libertad, de la relación del individuo con la sociedad... ya sea la del siglo XVII o la de ahora, que en eso, gracias a su extraordinaria ambigöedad y originalidad, tiene plena vigencia.

El hechizo del texto

-Todos los autores que han llevado al escenario la obra de Molière han "arrimado" los problemas de su época a la obra. ¿Cree que este Dom Juan provoca un hechizo especial?
-He de decirle que la obra es más un enigma que una realidad. Esta cuestión se resuelve al poner sobre la mesa la cuestión de si Don Juan es bueno o malo, si es útil o inútil para la Humanidad. Por encima de todo hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un texto psicológico. El teatro francés no es de acción en el sentido español del término. Es un teatro casi metafísico. Los alemanes llegaron aún más lejos en este terreno. Hay que ver a Dom Juan no sólo como una mera comedia de intriga. Perdone que me repita pero por todas estas cuestiones nos encontramos ante un texto muy original.

Uno de los aspectos más polémicos que han rodeado este Dom Juan o el festín de piedra ha sido el de su traducción al español. Tras un primer encargo al académico Francisco Nieva -en el que no hubo acuerdo entre Miquel y el dramaturgo- finalmente la versión al español ha sido realizada por Julio Gómez de la Serna. Sobre la elección de la versión, señala el director francés: "Como siempre en Molière, los enigmas son profundos y numerosos, lo cual hace que se necesite, hasta el infinito, ‘lecturas’ personales. Conocemos bien los problemas que plantean en otra lengua las traducciones o adaptaciones de estos clásicos. He deseado ajustarme lo más posible al texto original, ya que se trata, como le digo, más de un teatro de debate que de un teatro de acción".

Actualizar o modernizar

"Por eso -añade- hemos elegido la traducción de Julio Gómez de la Serna, retocada sólo en la escena de los aldeanos (acto II), donde Molière inventa un lenguaje singular que no se corresponde a ningún dialecto. Para el resto -lo esencial- hemos respetado de la mejor manera la formulación de una expresión muy precisa, sin ‘modernizaciones’ que inevitablemente modificarían el sentido del pensamiento. La obra pertenece a su tiempo y hay que asumirlo. Más que modernizarla lo que podemos hacer es actualizarla. Es evidente que todo lo que acontece en la obra trasciende la fecha de 1665. La obra nos habla desde el siglo XVII. Yo diría que nos interpela con su lenguaje.".

-¿Cómo se puede compaginar en el escenario esa fidelidad al texto original con la ambigöedad que desprende su interpretación? ¿Qué papel juegan los personajes?
-No cerrando los ojos a las distintas lecturas. Don Juan es, por momentos, el portavoz de Molière y por momentos su contrario. El autor lo ha planteado así en la mayoría de sus obras, desde El misántropo hasta Tartufo. Esta riqueza hay que verla en las contradicciones internas del personaje a las que ya he aludido de manera indirecta. Porque en realidad no es un personaje, es una pareja: Don Juan y Sganarelle. Los dos papeles son igualmente importantes. Todo está construido sobre la complicidad en un engranaje en el que uno es espectador del otro. Es un juego absolutamente teatral. Son dos puntos de vista opuestos pero son indispensables para entender a ambos. En definitiva, son dos personajes complementarios e indispensables. Podría decirle que inventan la dialéctica antes que Hegel (risas). Confirman la teoría de que algo existe en relación a su contrario. Todo, tamizado con una relación de amistad muy fuerte. Perdone, e insisto, pero he aquí otra gran originalidad de la obra...

-¿Me está diciendo que Don Juan es subversivo sin saberlo, que su rebeldía es inconsciente?
-Sí porque, además, trasciende la ambigöedad de la que hablábamos anteriormente. De las leyes de la Naturaleza a las leyes de la sociedad, nos encontramos a un Don Juan que se opone a cualquier forma de poder y a todas las costumbres culturales, tanto de su clase social inmediata como de su tiempo en general.

Problemas con la censura

»Emite una crítica explícita a los vicios de la hipocresía, en especial la religiosa. No en vano tuvo problemas con la Iglesia de la época al ver el éxito que alcanzó la obra.

-Que quede bien claro, ¿por qué ‘Dom’ Juan ?
-Es el título original. Sucede en Sicilia y no en España. En esto me atengo a lo que indica Molière, que inventa lo que Brecht llamó el "distanciamiento". Busca el alejamiento del lugar de la historia para que no se identificara con la Francia del momento. Esta habilidad estratégica consolida la universalidad de la obra. Molière no había ido nunca a Sicilia. Entonces Sicilia era para la época lo que es ahora para nosotros China.

-¿Cómo encuentra el teatro español actualmente? ¿Qué diferencias aprecia con respecto a lo que se hace en el resto de Europa?
-No hay una linea general o una tendencia. No hay una sola manera de hacer teatro. Cada colega tiene su razón en lo que hace en su estilo, en su rincón. No veo una gran diferencia con respecto a lo que está ocurriendo en Francia o en Alemania. Esto permite tener distintas visiones de obras con tanta fuerza como este Dom Juan. Creo que es una característica de la segunda mitad del siglo XX.

-Cumple ahora ocho años al frente de la Comédie Française. ¿Podría hacer un balance de su gestión? ¿Cual es la situación del teatro francés en estos momentos?
-La Comédie es un teatro singular, casi único en su género. Lo que he intentado en estos años ha sido abrir al máximo el repertorio retomando títulos antiguos importantes casi olvidados y mostrarlos a la Francia contemporánea. He apoyado a nuevos directores. Su potencia de producción permite y obliga a tomar riesgos lo que no es contradictorio, claro, con el éxito. La actividad teatral francesa es muy intensa.

-¿Cree que ha abierto brecha en el intercambio escénico entre España y Francia?
-Es lo que me gustaría. Que yo esté aquí lo considero muy importante. Hay que construir Europa no sólo con el Euro, también con la cultura activa y, claro, con el teatro.