Teatro

Thomas Bernhard visto con Lupa

El director polaco representa Extinción y La calera

18 octubre, 2007 02:00

Un momento de Extinción, del teatro dramático de Varsovia

El director de escena más célebre de Polonia, Kristian Lupa, presenta en España dos espectáculos de Thomas Bernhard. Desde hoy, y hasta el día 21, el Festival de Otoño de Madrid ha programado Extinción, una obra que viene precedida de excelentes críticas. Y el próximo mes, el Temporada Alta de Gerona representa El forn de calç (La calera).

Kristian Lupa es prácticamente un desconocido en nuestro país, a pesar de ser el director polaco más célebre dentro y fuera de su país. Sin embargo, ha habido ocasiones de ver su labor en España. La primera fue cuando el Festival Grec de Barcelona le invitó, en el año 2002, y presentó la misma obra que ahora llega a Madrid: Extinción. Tres años después volvió al Grec con su versión de Los hermanos Karamazov y desde entonces su presencia ha sido continuada, invitado por uno u otro certamen. Este año, a su visita a Madrid con la citada obra, se añade la que hará al Temporada Alta de Gerona, donde presenta el 30 de noviembre El forn de calç (traducida al castellano como La calera). Ambos títulos son de Thomas Bernhard, un autor que Lupa ha llevado a escena en numerosas ocasiones (Ritter, Dene, Voss, programada en la pasada edición del Festival, o Inmanuel Kant).

De Extinción, la crítica polaca ha dicho maravillas: "Obra maestra meticulosamente construida" o incluso que "marca el nacimiento de un nueva consciencia teatral de la desfalsificación de la realidad, en el que el teatro se convierte en algo más real que la vida misma". Elogios que se apoyan tanto en la adaptación hecha por Lupa de la novela de Bernhard, como en el magistral trabajo de los actores, así como también en la música original del compositor Jacek Ostaszewski.

El director polaco ha construido una pieza que puede ser interpretada de múltiples maneras: como una detallada introspección del alma humana, una mordaz sátira social, un ajuste de cuentas con la dolorosa historia de Polonia o, mejor siquiera, con una de las cuestiones más importantes de la Europa del siglo XX, el sentimiento de culpabilidad.

Lupa toma como inspiración el monólogo en el que Bernhard narra la muerte de los padres y hermanos de un personaje, el cual se ve obligado a regresar a la casa paterna para hacerse cargo de la propiedad que tanto detestó.

Las mentiras de la realidad. En su adaptación teatral el director crea numerosos personajes que componen una gran familia bernhardiana, mientras las acciones se suceden simultáneamente en dos niveles: después de la muerte de sus padres pero antes del funeral, un momento en el que el protagonista es testigo de cómo cambia su vida totalmente. Como ha dicho la crítica, "la esencia del espectáculo no es la trama, sino las sucesivas mentiras que han ido formando o borrando la realidad"; Lupa echa mano, además, de su peculiar maestría para encontrar humor en situaciones inesperadas y no muy divertidas. Este trabajo lo sostiene una gran compañía de actores, la del Teatro Dramático de Varsovia. A ella pertenecen intérpretes como Piotr Skiba, que lleva colaborando con Lupa desde 1970 y es el protagonista, Maja Komorowska, estrella invitada, Jadwiga Jankowska-Cieslak, Adam Ferency (habitual de las películas de Kieslowski), Marek Walczewski, y hasta 25 intérpretes que gozan todos de una escena en la que lucirse. "Una magistral sinfonía teatral en la que cada voz es importante", continuando con las críticas. La pieza dura seis horas y se ha dividido en dos partes para su representación. En el teatro Valle Inclán de Madrid se escenificará el día 18 la primera, y el 19, la segunda. Los días 20 y 21 la representación será íntegra.

Respecto a la obra que se presenta en el Temporada Alta, El forn del calc, es la única pieza que Bernhard estaba dispuesto a adaptar al teatro. Aquí Lupa la representa con el Teatro Stary de Cracovia, que dirige desde 1980. Con él, Lupa ha llevado a escena numerosos títulos de la literatura austríaca, cuyas escenografías también ha diseñado, además de aparecer en ocasiones como narrador. La magnitud de las novelas no parecen amedrentarle, pues entre sus versiones escénicas figuran El hombre sin atributos, de Musil o el segundo título de la trilogía de Hermann Broch, Los sonámbulos.