Teatro

Z

Portulanos

1 noviembre, 2007 01:00

Todos los años empiezo mi clase de escritura dramática en la RESAD con la misma frase. Quisiera poder achacar esta repetición a la proverbial holgazanería del docente que lleva mucho tiempo en su oficio, pero no es así: mi reincidencia es el triste producto de la necesidad. Les digo a los estudiantes que su principal obstáculo es que han elegido amar las palabras en una época y en una sociedad donde las palabras no importan; donde la clase política, los medios de comunicación, los ciudadanos de a pie, patean, inmisericordes, la lengua, ignorando que esa es precisamente una de las posesiones más valiosas que un hombre puede tener. Como en una sincronicidad jungiana, leo en el periódico, el mismo día, el anuncio de la estúpida campaña de la Z emprendida por el partido del gobierno, y una asombrosa noticia que confirma la capacidad de los neandertales para hablar hace 400.000 años. Aquí todo el mundo monta la de Dios en cuanto alguien roza la Constitución y los benditos muertos de la Guerra Civil; pero la ocurrencia oligofrénica del presidente y de sus asesores sólo da lugar a comentarios más o menos ingeniosos. Yo no permito que me toquen la lengua; no porque crea, como dice el tópico, que es la única patria del escritor, sino porque sé que a quien domina las palabras es más difícil engañarle. Que se lo digan, si no, a todos los tontos que se han creído que "ecología" es lo que hace el nauseabundo Gore. No sé con qué cara pretenden luego criticar a los jóvenes por su falta de cultura cuando a Zapatero le divierte su propio analfabetismo, lo cual, por lo demás, me hace dudar muy seriamente del coeficiente intelectual de este hombre. ¿Para qué nos matamos algunos defendiendo la belleza, la necesidad de Cervantes y de Valle, y de Lorca, y de Lope de Vega si luego es el gobierno quien nos invita a difundir la ignorancia haciendo de ella un chiste? Parafraseando a Diógenes: cuanto más conozco a los políticos, más quiero a los neandertales.