Teatro

Repertorio

Portulanos

22 noviembre, 2007 01:00

Mira que es inmenso el repertorio teatral internacional, pero los profesionales se empeñan en hacer siempre las mismas cosas. "Oye, Langhoff, soy Pandur, ¿qué estás haciendo?", "Cuarteto, ya sabes, lo del amigo Heinie sobre Las amistades peligrosas y tal" "¡Hombre, qué casualidad! ¡Yo acabo de hacerlo también!" "Sí, bueno, pero el tuyo es más de diseño, y eso; yo lo hago tipo social-comprometido" "Pues en una sala alternativa han puesto una que estaba tratada como farsa psicodélica" "Si te cuento la que vi yo en una escuela de arte dramático…". También es verdad que resulta más fácil decir Cuarteto que Camino de Wolokolamsk, partes I-V (incluso en alemán), así que tal vez la cosa se reduzca a un problema nominativo, aunque no creo. Por mucho que a uno le gusten Shakespeare, Molière, Chéjov, incluso el bueno de Heinie, comer todos los días lo mismo es francamente cansino, como bien saben los niños que almuerzan en el colegio y casi todos los cubanos que quedan en la isla. E injustificable, además, ya que, como digo, el repertorio permite variar de menú con mucha frecuencia, incluso aunque no contemos con los textos que nacen a cada minuto. Hay tres razones básicas para esta insistencia en montar las mismas obras: uno, la pura ignorancia. Hay gente a la que le sacas de García Lorca y se pierde, lo cual no merece más comentario. Si les mencionas a Tabori, por decir algo, creen que es el nombre de un país africano. Segundo: la vanidad. Los Grandes Nombres creen que están obligados a hacer las Grandes Obras porque es el único material a su altura (ejem, ejem). También sin comentarios, aunque el concepto de Gran Obra es de lo más discutible. Tercero: nuestra sociedad no defiende la Cultura, como tantas veces se repite a sí misma, sino la Idolatría Cultural, que es algo bien distinto: Hamlet elevado (o reducido) a la categoría de Paso de Semana Santa que hay que llevar en su carroza mientras los fieles, amontonados, gritan, medio histéricos: "¡Guapo, resalao!". Bromas aparte, éste sí que es el tema gordo.