Clásicos y seductores
Debate en torno al boom del teatro del Siglo de Oro
5 junio, 2008 02:00De izquierda a derecha: Carlos Aladro, Juan D. Botto y Mariano de Paco. Foto: Sergio Enríquez
El año pasado cerca de 150.000 espectadores de toda España vieron alguna de las cuatro obras de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Las audiencias cada vez se muestran más interesadas por el teatro clásico, como también pone de manifiesto la proliferación de festivales dedicados al género: al más famoso de todos, Almagro, que abre sus puertas el 26 de junio, se suman el de Cáceres (inaugurado el pasado día 3), Alcalá de Henares (comienza el día 12 ), Chinchilla, Olmedo, Orense, Olite y Niebla. Reunimos a cuatro de los protagonistas de estos certámenes y conversamos sobre el futuro del teatro clásico en España.
Generación 70. Los reunidos por El Cultural son directores de grupos independientes que van a estar presentes en algunos de los ocho Festivales de teatro clásico que tienen lugar en España. Carlos Aladro estrenará El cuerdo loco, el 18 de junio, en Clásicos en Alcalá como sus compañeros, Carlos álvarez-Ossorio (La devoción de la Cruz, 25 de junio), Juan Diego Botto (Hamlet; 17 de junio) y Mariano de Paco (La fierecilla domada; 26 de junio). Todos comparten la "vigencia temática e ideológica" de estas obras, incluida Vanessa Martínez, directora del grupo Teatro Defondo (aunque ausente en la fotografía que ilustra este reportaje) y que participará en el Festival de Almagro con Mucho ruido y pocas nueces (días 15 y 16 de julio).
Los cinco directores, nacidos entre 1970 y 1976, compaginan el teatro contemporáneos y el clásico. "A mí las obras me escogen, unas veces lo hace Heiner Möller, Koltès o autores vivos, a los que sí hay que representar ahora por la urgencia de lo que cuentan; otras lo hacen Calderón o Shakespeare, que están ahí y estarán dentro de 20 años con su humanismo y calidad", explica Carlos álvarez-Ossorio.
Otra característica común es su gusto por los raros títulos del repertorio. A excepción de Botto, que debuta con los clásicos dirigiendo e interpretando Hamlet, y Vanessa Martínez que en esta ocasión lleva a escena también a Shakespeare, todos parecen tener predilección por obras desconocidas, muy poco representadas, e incluso sin estrenar, como le pasó a De Paco con La traición en la amistad. Su osadía con el texto de María de Zayas tuvo como fruto seis funciones, seis, pero eso no le impide embarcarse ahora en la obra de Shakespeare.
Aunque para valiente, Martínez. Se ha atrevido hasta con textos del teatro isabelino jamás representados en la escena nacional (La duquesa de Malfi). Cantante lírica, su formación le ha llevado a estudiar el siglo XVII y a rebuscar títulos "por descubrir, obras que no son muy conocidas", a las que busca dotar de "una lectura contemporánea y en profundidad, al estilo de lo que hacen los ingleses con Shakespeare".
Este punto es una de las claves del renacer de los clásicos. Que las obras tengan muchos años no significa que sean piezas de museo. Por eso todos intentan "no caer en clichés esquemáticos", dice Botto, y "pasarlo por un nuevo tamiz que lo modifica pero que mantenga la pulsión dramática original", añade Mariano De Paco.
Desafíos del clásico. Pero ¿qué dificultades o desafíos plantea el teatro clásico? Aladro habla de la importancia que tiene que los actores hagan suyos, de manera orgánica, unos textos escritos en verso. "Si consiguen adueñarse del lenguaje, que es artificial pero verosímil, llegarán al teatro, que es comunicarse con otros", sea en prosa o rimado. Sin embargo, el problema fundamental con que se encuentran estas pequeñas compañías es de índole económica. Estas producciones suelen necesitar "elencos numerosos y eso las encarece", asegura Martínez y corrobora Botto. "No puedes ir a un teatro a taquilla, se necesita una implicación de los municipios o comunidades autónomas para programarlo", continúa la directora.
Ahí entra en juego la labor "imprescindible", según todos los consultados, que hacen los Festivales a la hora de difundir el teatro clásico. Las muestras no sólo dan la oportunidad de presentarse ante el público, sino que son "el escaparate" para mostrar los montajes a los programadores de los diferentes teatros de España, quienes pueden presenciar la acogida que tienen. "Es determinante, ya que si no estás en un Festival como Almagro, piensan que tu obra no merece la pena", aseguran casi todos los directores. La excepción a esta idea compartida es De Paco. El recientemente nombrado director de la Feria de Artes Escénicas de Madrid y antiguo gerente del Festival de Almagro reconoce la necesidad de las muestras, pero cree que hay vida más allá de ellos. "Existen circuitos de invierno diferentes de los de verano, con un público joven, nuevo respecto al de hace unos años, que se interesa por el teatro clásico fuera de los festivales".
De animar y alimentar esa demanda se ha ocupado la CNTC, fundada hace poco más de 30 años con la finalidad de rescatar y promocionar el teatro clásico. Un papel que reconocen las compañías independientes, quienes no la ven como una competidora. Al contrario, Aladro cree "impagable" la labor formativa que hace y Botto señala que "al igual que un producto de éxito abre caminos, una buena compañía de clásico atrae público para las demás". Y, además, considera que ha contribuido a educar el gusto del espectador, quien exige "unos mínimos de calidad y honestidad que le haga interesarse por la obras". álvarez-Ossorio no niega la mayor pero matiza: "La Compañía está muy bien, es genial, pero para los que somos de la periferia no tiene mucha trascendencia lo que hace. En Santiago, donde yo vivo, puede aparecer y representar una obra, como ha ocurrido hace poco, pero nada más".
Antes de Almagro
Los Festivales de Cáceres y Clásicos en Alcalá, que se celebran hasta el 29 de junio, sirven de aperitivo a Almagro. Este año, en Cáceres se estrenan Fuente Ovejuna, de Lope de Vega, dirigido por José Carlos Plaza, Mucho ruido y pocas nueces, dirigido por Vanessa Martínez, y El mercader de Venecia, por Dani Rafter.
Respecto al de Alcalá de Henares es el que más estrenos acumula: Hamlet, dirigido por Juan Diego Botto, La vida es sueño, por Pérez de la Fuente, La noche de San Juan (Lope), por Helena Pimenta, El cuerdo loco (Lope), por Carlos Aladro, La fierecilla domada, por Mariano de Paco, y La devoción de la cruz (Calderón), por álvarez-Ossorio.