Image: Jorge Lavelli

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Teatro

Jorge Lavelli

“'Edipo' es muy moderna, hoy cobra un significado distinto a cuando fue escrita”

31 julio, 2008 02:00

Jorge Lavelli. FOTO: Javi Martínez.

Considerada como la tragedia por excelencia, Edipo Rey, de Sófocles, se estrena el 14 de agosto en el Festival de Mérida. Su puesta en escena ha devuelto a nuestro país a Jorge Lavelli, que, como acostumbra, ha intentado desvelar la gran modernidad del texto.

Desde que en 2004 presentó La hija del aire en el Español de Madrid, protagonizada por Blanca Portillo en el papel más relevante de su carrera, Jorge Lavelli no había vuelto a España. Sin embargo, él recuerda un episodio desafortunado que se cruzó entre aquella memorable representación y el estreno que prepara en Mérida para el 14 de agosto: la suspensión en el Centro Dramático Nacional de Decadencia, de Steven Berkoff, en la que Lavelli volvía a dirigir a Portillo y volvía también a uno de sus autores preferidos. La normativa de seguridad impidió entonces que esa producción se estrenara. "Perdimos cuatro meses de trabajo. Hace unos días fui a ver un espectáculo también aquí en Madrid, en el Matadero, que disponía al público como nosotros, en dos gradas separadas por el escenario. Si esa ley existe, pues nunca la llegué a tener en mis manos, es una aberración. He dirigido en Francia un teatro, el de la Colline, y conozco bien el asunto y puedo asegurar que allí la ley es muy estricta. Por otro lado, los gestores de los teatros oficiales deberían ocuparse de este tema, lo que ocurrió fue una forma de censura".

El espacio escénico es uno de los aspectos que Lavelli estudia concienzudamente. Le gustan los escenarios amplios y generosos, también los lugares inéditos para el teatro, y con el Teatro Romano de Mérida dice haber descubierto una particularidad: "Tiene tres sectores: el proscenio (la parte tradicional), la orchestra (donde en la época de los griegos los actores interpretaban) y hay un tercer sector que no he visto en otros teatros romanos, lo llamo el balcón y es un espacio incrustado en medio de los espectadores, curiosamente en los lugares donde en época romana se sentaban los notables, los senadores, y que hoy sigue destinándose también a un público de categoría parecida". Tres espacios que va a aprovechar para su puesta en escena, en la que prescinde de escenografía en favor de las hermosas vistas.

Fue el Festival quien le propuso llevar a escena Edipo Rey, de Sófocles, con un elenco protagonizado por Ernesto Alterio en el papel de rey y Carme Elías en el de su mujer Yocasta. Ya Aristóteles, en su Poética, consideraba la obra como la tragedia ejemplar, lo que en opinión de Lavelli se demuestra por los numerosos ejemplos que contiene de modernidad: "Edipo Rey es una obra dramáticamente perfecta, donde suceden acontecimientos que han quedado como referencias teatrales. El espectador algo sabe desde el principio sobre Edipo, pero...

-Eso quizá se lo debemos más a Freud que a Sófocles, ¿no cree?
-Sí, desde luego... pero lo que quiero decir es que la manera en la que la obra está construida hace esperar al espectador hasta el final para cerciorarse de quién es el asesino, aunque desde el principio sabe que Edipo fue la persona que acabó con el rey Layo y se casó con su madre.

Cómo interpretar hoy la peste
-La obra comienzo con una ciudad en estado de shock.
-Desde el punto de vista dramatúrgico, el comienzo es ejemplar, tiene un nivel cien. Presenta una ciudad en un estado de horror, asolada por la peste. Es también interesante la interpretación que hoy podemos darle a la peste, porque era una epidemia en la época de los griegos y hasta no hace muchos siglos, pero hoy podemos pensar en algo distinto, en un mecanismo que hace que una ciudad deje de funcionar. ése es otro elemento muy moderno de la obra: hoy podemos darle otra significación de la que tuvo cuando Sófocles la escribió.

-Hay un elemento muy político en la obra que es el compromiso de Edipo de descubrir quién ha causado el mal a la ciudad, de conocer la verdad caiga quien caiga.
- Sí, ése es otro elemento de gran modernidad. Aparece en el teatro de siempre e Ibsen, por ejemplo, lo emplea a fondo: en sus obras siempre hay una falta que está ensuciando el pasado de alguien, como en El enemigo del pueblo, u otras piezas suyas donde el pasado cuenta mucho en el momento en que empieza el drama. Y aquí ocurre eso: hubo alguien que desencadenó el mal y es el oráculo quien dice que la peste está provocada por el asesinato del rey anterior, Layo, asesinato del que apenas quedan testigos.

En realidad, el "oscuro" pasado de Edipo es una coincidencia de oráculos: está el que advierte al rey Layo de que se deshaga de su hijo recién nacido, porque le dará muerte y le suplantará en el trono y en el lecho; el verdugo se arrepentirá de matar al bebé y lo dará en adopción a los reyes de Corinto. La Esfinge inicia después un combate terrible de muerte y destrucción contra los ciudadanos de Tebas, a los que tiene sometidos a sus enigmas. El rey Layo, disfrazado, sale de la ciudad en busca del oráculo que le ayude a resolver la situación, pero encontrará la muerte a manos de unos suspuestos bandidos. Y por si fuera poco, otro oráculo ha anunciado veladamente a Edipo la naturaleza extraña de sus padres, lo que le empuja a huir de Corinto, resolver el enigma de la Esfinge y ser premiado con el trono de Tebas y la mano de la reina viuda, Yocasta. Gobernará con éxito hasta que la peste vuelva y con ella, otro oráculo que anuncie que sólo hay esperanza si se descubre quién mató a Layo. Aquí comienza la obra.

-Desde un punto de vista político, ¿cómo actúa Edipo?
- Cuando las cosas comienzan a ponerse feas, Edipo cree que hay una conspiración, un complot contra él, que también es una idea muy moderna que suele aparecer a menudo en las democracias. Edipo es un político muy fino, un tipo que puede llegar a ser demagógico, dispuesto a adaptarse a las circunstancias. Hoy encontraríamos muchos ejemplos, al estilo Sarkozy. Luego hay un elemento perturbador de su personalidad que tiene que ver con la identidad y con el descubrimiento de sus auténticos padres. La identidad es un asunto capital para cualquier persona y a él lo vuelve frágil. Esa fragilidad convierte a Edipo en un criminal que no es indigno.

-Suponemos que, si Edipo se casa con Yocasta, ésta es joven aún.
-Debe ser joven. La pareja tiene que tener credibilidad y no porque en la obra haya situaciones amorosas, no hay ninguna. Su misión es reconfortar a Edipo en todo momento. Pero no podemos poner a una vieja con un joven porque la pasión no es una cosa de viejos, sino de juventud.

Madre, esposa y sostén
-¿Y cómo es la relación de ambos?
-Los dos comienzan una nueva vida y lo hacen con pasión, puesto que tienen dos hijos. Está claro que Edipo despierta pasión en la viuda y él transforma la ciudad, que recobra la calma. Pero, claro, han violado una ley considerada natural, el incesto es inaceptable, aunque ellos lo ignoran. Hay otra cuestión muy importante en la obra que es la fe y en este sentido Yocasta tiene un papel muy interesante, pues escapa totalmente a los oráculos, no cree en ellos, es como esa gente que cree en Dios pero no practica. Eso ayuda a Edipo, que vive angustiado por los oráculos.

-¿A qué atribuye la presencia que la religión ha cobrado en nuestros días?
-El problema de la fe, de creer en cosas más allá de todo raciocinio, es un problema de siempre, el mundo no sabe a quién darle crédito, si a Dios o al diablo. Hoy las cuestiones de orden religioso tienen una fuerza que no podíamos imaginar hace veinte años. En su nombre se cometen atentados terroristas, hay gente que se recubre de explosivos para inmolarse y se convierte en un héroe... contra eso no se puede luchar. Así que esas cosas que parecían tan arcaicas están hoy presentes en los diarios. No se puede hacer una caricatura de Mahoma, y es muy difícil hacer un chiste sobre cualquier asunto religioso. Pero volviendo a la obra, no son los elementos de la actualidad los que deciden la calidad de un texto, sino los sostenes de tipo moral y político y la construcción de su dramaturgia.

-¿Cree que hoy podemos encontrar héroes al estilo de Edipo, dispuestos a desafiar a los dioses?
-Bueno, sí hay héroes en las democracias, en el terrorismo, pero no tienen el perfil épico de estos, que ganaban grandes batallas o conquistaban imperios. Pero para sus seguidores son héroes.

-Al final, Edipo es vencido por los dioses. ¿Usted cree que tenemos un destino preescrito?
-No, yo creo que cada uno forja su propio destino. Crecí en un país de inmigrantes como Argentina. Toda la gente que allí coincidió procedía de Europa y lo que allí construyeron fue la Europa de sus recuerdos. Por eso, mucha gente me dice que Buenos Aires es una ciudad muy europea. Si esa gente no hubiera creído que uno forja su propio destino, ni siquiera habría salido del viejo continente. Otro asunto es qué actitud se tiene ante la muerte, pero eso nos llevaría de nuevo a las religiones.