Image: Secuestrados en la platea

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Teatro

Secuestrados en la platea

El Centro Dramático abre su temporada con 'Boris Gudonov' de La Fura

11 septiembre, 2008 02:00

Foto: David Ruano

Algunos creyeron que Boris Gudonov, de La Fura, iba a ser el retorno del grupo al lenguaje de sus primeros años, cuando asustaban al público con acciones inesperadas. La Fura opta en esta obra por reproducir el secuestro del teatro Dubrovka de Moscú que en 2002 perpetraron terroristas chechenos, al tiempo que en el escenario se representa el texto de Pushkin, y de ahí el equívoco en el que cayeron y siguen cayendo los potenciales espectadores. Pero las intenciones del director del espectáculo, álex Ollé, no era volver a tiempos pretéritos, sino abordar el tema de la violencia terrorista vinculando aquel episodio con una obra que trata de la corrupción y del asalto al poder por un impostor.

Ollé ha confesado que quería establecer paralelismos entre lo que ocurre en el escenario y lo que pasa en el patio de butacas. La idea es audaz pero ha tenido un resultado desigual. Como algunos críticos han señalado en las representaciones que preceden a ésta de Madrid, tras los diez minutos iniciales, los actores difícilmente convencen a un público que sabe que los terroristas son intérpretes y que el encierro durará lo que la representación; no los tres días que padecieron los secuestrados moscovitas.

Pacifismo y buenos principios
Desde el punto de vista ideológico también se ha criticado el barullo del montaje al mezclar la obra de Pushkin, protagonizada por un individuo hambriento de poder personal, con unos salvajes que matan en nombre de la liberación de un pueblo. Pero Ollé, según declara, no distingue formas de violencia -"rechazo la violencia totalmente y sin excepciones de ninguna clase"- mientras encuentra justificaciones (sociales, políticas o económicas...) que explican el perverso comportamiento de los terroristas: "El terrror es la respuesta que, en algunos casos, ofrecemos al terror".

Alex Ollé ha contado con la colaboración de David Plana como dramaturgo. Dice el director que en Boris Gudonov "la Fura quiere ficcionar un hecho real y acercar el teatro a la contemporaneidad, como lo hace el cine constantemente. No obstante, los hechos que aparecen en la obra están descontextualizados y no se pretende llevar a escena lo que pasó en Moscú, ni se quiere representar un terrorismo concreto". O sea, no se trata de un ejercicio de teatro documental, sino dos horas de ficción teatral haciendo creer a los espectadores que son víctimas de un secuestro.

Este desinterés por reproducir la realidad con fidelidad contrasta, sin embargo, con el material utilizado por director y dramaturgo. Las transcripciones de las cintas de los secuestradores y víctimas han servido para elaborar algunas de las situaciones del montaje, así como los diálogos. El resultado es tan pavoroso que, según confiesa el director, muchos de los que lo han visto han preferido creer que se trataba de pura ficción.

Como los espectáculos precedentes de la Fura concebidos para teatros a la italiana, la mayoría dirigidos por Ollé (Metamorfosis y el excepcional Fausto 3.0-), la factura de Boris Gudonov es impecable. Frank Aleu ha realizado unos vídeos que son el elemento principal de la escenografía del escenario; hay que tener en cuenta que el segundo escenario es la platea, por donde andan los terroristas-actores. La música no es la ópera que Mussorgski compuso sobre la obra de Pushkin, sino que ha sido creada por Josep Sanou. El trabajo de los actores también ha merecido elogios: el elenco lo compone Pedro Gutiérrez, Pep Miras, Juan Olivares, Francesca Piñón, Albert Prat, üscar Rabadán, Fina Rius, Sara Rosa Losilla y Manel Sans.