Teatro

¡Qué risa de muñecos!

17 diciembre, 2010 01:00

Escena de la obra

Acertará si decide ver Avenue Q, atípico y divertido musical hecho con muñecos para un público adulto. Se aloja en el Nuevo Apolo de Madrid hasta el 14 de enero, luego se instalará en el Nuevo Alcalá.

Barrio Sésamo es lo primero que viene a la cabeza cuando comienza la obra. Las marionetas, creadas por un discípulo de Jim Henson, el padre de los muñecos del celebérrimo programa, que comparten escenario con los actores, remiten a la famosa serie. Pero Avenue Q no es su adaptación musical. Es algo más, es un espectáculo con personalidad propia, original y muy divertido, que comenzó su andadura española en el madrileño Teatro Nuevo Apolo esta temporada y la continuará en el Nuevo Alcalá a partir del 14 de enero.

Una de las singularidades del musical de Jeff Whitty (libreto) y Robert López y Jeff Marx (letra y música) es que habla de asuntos poco habituales en los espectáculos de Broadway como el paro, la pobreza, la adicción al porno por internet o, sobre todo, la llegada real de unos "peterpanes" en la veintena a los que se les cae el mundo cuando tienen que convertirse, por fin, en adultos y comprueban que los sueños ni se cumplen ni se van a cumplir.

Esos temas, y la manera de contarlos, fueron los que proporcionaron el éxito instantáneo a la obra: consiguió desde su estreno en Nueva Yorik en 2003 el respaldo de público y crítica, pues ganó el Tony al Mejor Libreto, la Mejor Música y, la guinda, al Mejor Musical al año siguiente.

La versión española no es una franquicia del americano. La compañía Yllana recibió el encargo de las cuatro empresas que lo producen (Drive, Trasgo, Smedia y Vértigo) para que, respetando el original, lo recrearan. "Habíamos visto la obra cuando estuvimos en Nueva York representando 666. Allí nos dimos cuenta de que Avenue Q tenía que ver con nuestra forma de concebir el teatro por lo que aceptamos la propuesta", explica David Ottone, director del montaje. "Nos pareció divertida, gamberra, irreverente, con una estructura muy cinematográfica, llena de escenas cortas como hacemos en Yllana. Además era diferente a los demás musicales, hablaba con un lenguaje de la calle de problemas actuales como el racismo, la homofobia".

Apto para adultos.
Así que lo único que faltaba era conservar esas características y añadir nuevas: "Ese era el reto y creo que lo hemos conseguido, es un montaje con un gran sentido del humor, fresco, cercano y emotivo que no es, como en Nueva York, para llevar a los niños, pero sí apto para los chavales y adultos, claro". Tal vez esa sea la mayor diferencia respecto al original, aunque Ottone niega que la versión española sea "más salvaje" que la de Estados Unidos.

La mayor dificultad del espectáculo es, sin duda, la manipulación de los muñecos que hacen los actores a vista del público, en la que fueron entrenados, ya que ninguno había trabajado con ese tipo de compañeros. "Estábamos muy asustados", confiesa Ángel Padilla, un veterano de los musicales madrileños que interpreta el doble papel de Rod, el homo encerrado en el armario, y el desorientado Princenton. "No sólo teníamos que aprender a manipular físicamente unos muñecos incómodos, es que hay que actuar a la vez con ellos, mostrar sus emociones y hacerles cantar y bailar".