Maribel Verdú fotografiada en el Teatro Lara
La Noche de los Teatros, que se celebra mañana, es una campaña de promoción del teatro de Madrid en la que el Gobierno Autonómico ha invertido 350.000 euros. Busca llamar la atención sobre una cartelera que hace de Madrid el gran centro de producción y exhibición del teatro del país. 81 salas se suman a la iniciativa con descuentos en las entradas o actividades especiales. El Cultural analiza algunos de sus escenarios de los que 20 son de teatros públicos (11.613 butacas ) frente a 24 de propiedad privada (16.909).
Esta austera sala del barrio de Malasaña, de 250 butacas, gestionada por la compañía Yllana, es un templo para el humor. En cartel, Brokers, espectáculo estrenado en Los Teatros del Canal, y cuya producción es paradigma de las extrañas relaciones que mantienen los teatros públicos y los privados de la capital. "Los teatros públicos hacen una competencia desleal al teatro privado", afirma Marcos Ottone, unos de los miembros de Yllana. "Pero como productora que también somos nos hemos beneficiado de estrenar en el Canal, pues te ofrece unas condiciones inmejorables: te dan un porcentaje de la taquilla mucho mayor que un teatro privado, está muy bien equipado técnicamente y te hacen mucha publicidad. Estrenamos en unas condiciones que un teatro privado no puede igualar y que nos permitieron ver cómo funcionaba Brokers, ante un gran aforo antes de llevarlo al Alfil. El 6 de abril repetimos experiencia con Sensormen".
Amaya.
En Por el placer de volver a verla, el actor argentino Miguel Angel Solá demuestra que el teatro es uno de los pocos sectores en los que el tráfico de influencias no está reñido con las relaciones familiares, ya que actúa con su mujer Blanca Oteyza en esta sentimental pieza que repone por tercera vez en Madrid, en un teatro privado como el Amaya, y producida por ellos mismos. Dice Solá que vuelven porque "Si la vida de Hoy: El Diario de Adán y Eva de Mark Twain [la anterior obra que protagonizaron] fue de diez años, puedo aventurar que la vida útil de cualquier obra es la necesidad que la gente tenga de que se perpetúe como testimonio. En nuestro caso, no hay persona que la haya visto y deje de recordarnos que estamos en su corazón gracias a Adán y Eva". El actor entiende así su oficio: "No somos mediáticos, no somos estrellas, nos jugamos el pan con cada producción, y, aunque la gente no sepa eso, debe presentir que lo nuestro es riesgo, contracorriente, verdad y mucho amor al teatro, o sea: a ellos (al público). Y, ése, mágico o no, es otro parámetro". En este caso, la respuesta de ellos se lee en la taquilla.
Alcazar.
Enrique Salaberría es hoy el hombre que más teatros privados controla en Madrid. "Una minucia comparado con los que tiene el Ayuntamiento", responde él sobre la cuestión. Además del Alcázar, programa otras nueve salas (entre las que también figura la gestión del teatro municipal Galileo). En estos momentos ofrece en el Compac Gran Vía la comedia musical Forever Young, de Tricicle; en el Alcázar, Fuga, obra de Jordi Galcerán; a El Brujo en el Infanta Isabel con El testigo. En el Fígaro, vuelta al humor con El cavernícola y en el Nuevo Alcalá el extraordinario Avenu Q. Espectáculos que, en su opinión, no difieren de los que ofrecen los escenarios oficiales: "No hay distinción entre lo que programan teatros como el Canal y nosotros. Lo que está ocurriendo es que los teatros públicos han ocupado nuestro espacio, nos han desplazado un escalón hacia abajo y con un mecenazgo de las administraciones y un mal modelo de gestión". Para demostrar su idea cuenta que ha propuesto al teatro Español programar en el Compac Gran Vía Beaumarchais, producción que dirigió y protagonizó Josep María Flotats en el teatro municipal. "Todavía no he tenido respuesta". El problema, dice, es que "toda la oferta que nos abastece pasa primero por los teatros públicos (las compañías los prefieren porque pagan más), o sea, que nos llega ya filtrada". Y lo malo es que cree que esta situación va a ir a peor, augura que el espacio de la iniciativa privada cada vez será menor.
Coliseum.
La polémica red de teatros creada por la SGAE tiene en Madrid tres salas: el Coliseum (destinado principalmente a conciertos de música pop y que representa El gran circo de saxofón y clarinete la Noche de los Teatros), Haagen-Dazs Calderón (Paganigni) y Lope de Vega (que tiene alquilado). Las salas ofrecen la posibilidad de comprar entradas "vip", que te permiten un recibimiento personalizado, con cava, y una butaca bien situada y cercana al escenario, además de que te enseñan el backstage. Son las entradas más caras (alrededor de 80 euros) pero también las que primero se venden.
María Gerrero.
Posiblemente, éste es el mejor teatro de Madrid si atendemos a sus dimensiones. A los actores les encanta por sus cualidades acústicas y por las medidas del escenario; al público por su visibilidad y lo acogedor que resulta. Pertenece al Ministerio de Cultura y es, junto con la sala Valle Inclán, los dos teatros del Centro Dramático Nacional (CDN) que dirige Gerardo Vera, cargo en el que aún estará la próxima temporada. La razón de ser del CDN es la de ocuparse de representar el repertorio teatral contemporáneo, mientras la Compañía Nacional de Teatro Clásico (con sede en el Pavón mientras prosigue la recontrucción de La Comedia) vela por el patrimonio barroco. Ambas instituciones están en proceso de renovar a sus directores, ya que Cultura ha establecido que se elegirán mediante concurso de méritos.
Español.
Roberto Álamo bebe y fuma en Un tranvía llamado deseo, aunque él no lo hace en la vida real. "El tabaco está muy presente en la obra, incluso Tennessee dice expresamente que los personajes fuman. La ley de prohibición no nos ha afectado, nosotros ni nos planteamos el asunto". La obra es una producción del empresario teatral Juanjo Seoane, que ha contratado precisamente a Mario Gas, director del teatro Español, para escenificarla. Llama la atención la ubicuidad artística de Gas en trabajos externos al teatro que le tiene en nómina. El director catalán fue la apuesta de Ruiz Gallardón para dirigir el coliseo municipal y, desde su llegada en 2004, ha ido incrementando el número de salas de forma espectacular: creó la sala pequeña del Español (donde en la actualidad se programa Santo, con Aitana Sánchez Gijón), y abrió dos salas en el Matadero, las llamadas Naves del Español (en una, la otra está reformas, se acaba de estrenar La avería, dirigida por Blanca Portillo). Estos espacios no calman el ansia de Gallardón por seguir abriendo espacios teatrales, tiene pendiente de inaugurar una sala para 300 espectadores en el Conde Duque.
Fernán Gómez.
Raddigore ha prorrogado hasta el 2 de abril. "Sólo hemos podido hacerlo una semana más, porque los teatros públicos, y éste es municipal, tienen las programaciones cerradas con antelación", explica Joan María Segura, director del espectáculo. La historia de Raddigore es la de un grupo de actores talentosos que consiguieron abrirse camino sin apenas medios económicos. El espectáculo fue el proyecto de fin de carrera de un grupo de alumnos del Institut del Teatre de Barcelona forofos del teatro musical. Eligieron esta obra de Gilbert y Sullivan que cuando sus autores la estrenaron a principios de siglo XX no gozó de éxito. "Con una estética gótica, con vestuario y escenografía de reciclaje, la estrenamos en una sala alternativa de Barcelona y nos dieron el Premio de la Crítica en 2008 y el de votación popular en la Feria de Tárrega". Hoy son Egos Teatro y han llegado a Madrid tras una gira por Cataluña, Baleares y Valencia. Quieren más. Ya han producido dos nuevas obras, una con el Teatre Nacional de Cataluña.
La Guindalera.
En Madrid hay 19 salas con aforos de menos de 200 localidades. Son las salas alternativas, que suman 1.757 butacas. La Guindalera, en el popular barrio de Prosperidad, es una de sus mejores representantes. Juan Pastor y su mujer Teresa Valentín fundaron hace diez años compañía de teatro y desde hace seis abrieron la sala, de unas 90 butacas. "Los que nos dedicamos al teatro de pequeño formato sobrevivimos a trancas y barrancas. Aún estamos buscando la manera de rentabilizar nuestras producciones, pues con 70-80 butacas no pagamos ni la seguridad social de los actores. Ahora, el 1 de abril, reponemos nuestro montaje de El juego de Yalta, de Bryan Friel. La experiencia nos dice que llenaremos en todas las funciones, pero eso no garantiza nuestra continuidad dado que no contamos con ningún tipo de subvención". El Teatro hacía dos campañas con las que conseguía ingresos: TrasTeatro, un proyecto de la Comunidad de Madrid que lleva las artes escénicas a 5.000 alumnos (y cuya actividad se ha reducido un 50% este año) y Entra en Escena de la obra social de Caja Madrid, que la institución ha cancelado.
La Latina.
La que fuera la genuina "casa" de la revista, el teatro que perteneció a Lina Morgan durante treinta años, fue comprado por la empresa catalana Focus, en asociación con Pentación (que también programa el teatro Bellas Artes). Una alianza que refuerza la que ya mantenían los dos socios, y que les permite el intercambio de obras entre Madrid y Barcelona.Los nuevos propietarios, Focuspenta, pagaron seis millones y medio de euros por el teatro, crédito que les facilitó Caixa-Cataluña y el Institut Catalá de Finances (ICF), la herramienta crediticia de la Generalitat. Tienen 20 años para amortizarla. La Latina está dirigida por José María Pou, que también se ocupa en Barcelona del teatro Goya. Abrió la temporada con Concha Velasco en La vida por delante, todavía en cartel.
Lara.
Es uno de los escenarios más antiguos y coquetos de Madrid. Hace tres temporadas, un nuevo equipo se hizo con su gestión (figuran Pedro Larrañaga, Enrique Salaberría, Carles Roca, Ayanta Barilli) y para renovar el patio de butacas crearon una campaña en la que vendían las antiguas por 300 euros cada una. La mayor parte de los colaboradores han sido aficionados, pero también figuran actores y directores. El pasado verano sustituyeron las antiguas por réplicas perfectas y el día 28 celebran Los bombones del Lara, fiesta en la que se explicará los resultados de esta cuestación pública. Será presentada por Maribel Verdú, quien también inaugurará la exposición de Sergio Parra sobre fotografías de actores en distintos escenarios del teatro.
Lope de Vega.
El cantante argentino Gerónimo Rauch es el protagonista en Los Miserables, Jean Valjean. Pasa a diario casi seis horas en el teatro, entre el tiempo que dura la función y el periodo de preparación. "La función exige una gran concentración, hay muchos cambios y acabo agotado. Mi problema es que si estoy muy cansado, se me nota, me sale el acento argentino". Cerca de 250.000 espectadores han pasado por el Lope de Vega, el mayor coliseo privado de Madrid (1.400 butacas), para ver esta segunda versión de Los miserables. Producida por Cameron Mackintosh para festejar los 25 años del estreno de la primera en Londres, se presentó el pasado mes de noviembre en Madrid. La obra estará hasta el mes de julio. Los musicales aportan el grueso de los espectadores que registra el teatro.
Marquina.
De los escenarios privados, éste es el preferido por los actores célebres. Muy bien situado, en un barrio tranquilo y a la vez céntrico, el escenario del Marquina ha acogido grandes éxitos que han permanecido dos y tres años en cartel, como Arte o El método Grönholm. Su programación se inclina por la alta comedia. Ahora actúa Natalia Dicenta en una obra musical en la que imita a Judy Garland, Al final del arco iris. El teatro es propiedad de Alejandro Colubi, que también gestiona el Teatro Príncipe (dos años con la comedia Toc Toc) y el Arenal, tres salas de pequeño formato abiertas al cabaret y el teatro de autor en la misma Puerta del Sol.
Reina Victoria.
Natalia Millán ha cambiado el registro musical al que nos tenía acostumbrados con el monólogo de Delibes que hizo famoso Lola Herrera, Cinco horas con Mario. Lo presentó en Madrid tras una gira por España que le permitió rodar su personaje y conocer las reacciones del público. Es algo habitual que hacen las compañías porque, como dice Millán, "siempre hay más nervios en una función en Madrid. La repercusión es lógicamente mayor". El Reina Victoria lo programa uno de los más veteranos productores madrileños, Enrique Cornejo, que también posee el Muñoz Seca.
Teatros del Canal.
Es llamativa la debilidad que tienen las autoridades locales de Madrid por elegir directores catalanes para sus teatros. Si Esperanza Aguirre se inclinó por nombrar a Albert Boadella para los Teatros del Canal, Ruíz Gallardón colocó a Mario Gas en el Español y a Pere Pinyol en el Circo Price. Boadella ha hecho del Canal un teatro de exhibición que cada vez hace más producciones propias o coproducciones. Abarca todos los géneros y cuenta con un centro coreográfico que presta sus salas a compañías de danza con un proyecto artístico. El modelo mixto de gestión del Canal (hay un periodo del año, durante el verano, que el teatro es gestionado por la empresa Clece) parece que solo ha servido para tratar de no engrosar la nómina.