Teatro

Teatro subversivo del siglo XVII

El Clásico descubre los Entremeses barrocos

29 abril, 2011 02:00

Escena de Entremeses barrocos

Estos Entremeses barrocos es la penúltima producción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) antes de que Eduardo Vasco abandone la dirección (la última es El perro del hortelano, que estrenará en Almagro). Una producción cuya naturaleza concentra lo que ha sido el ideario artístico del director cesante: Primero, porque lleva a escena varias obras representativas del teatro breve barroco, tan rico pero tan escasamente representado, lo que está en línea con su objetivo (cumplido) de ampliar el repertorio de la CNTC.

Segundo, porque se implican 22 actores de los tres elencos -los más veteranos con algunos procedentes de La Joven- y se les da la oportunidad de dirigir a Pilar Valenciano, Elisa Marinas, Aitana Galán y Héctor del Saz, quienes han colaborado como asistentes en la Compañía; o sea, actores y directores trabajando en el mismo código, y asesorados por quién ha marcado el estilo de recitar el verso, Vicente Fuentes.

Tercero, porque es un montaje en el que la música juega un papel relevante, algo que Vasco ha potenciado en estos años con el encargo de composiciones y la presencia de músicos en escena. Y, por último, la labor dramatúrgica de Luis García-Araus, autor de estupendas comedias que en este caso ha hilvanado la Mojiganga de los Infiernos de Amor con los cuatro entremeses de Los degollados (Calderón), El muerto, Eufrasia y Tronera (de Bernardo de Quirós), El cortacaras (de Agustín Moreto) y El toreador (Calderón), a los que ha engarzado fragmentos de otros para componer lo que llama "entresijos" y finalizar con el Baile de los estravagantes (de Francisco Monteser).

Es decir, el teatro barroco más canalla y satírico servido desde la óptica de nuestros días: "En el mundo de hoy", dice García Araus, "los entremeses, con todos sus riesgos para las buenas costumbres, resultan de una ingenuidad apabullante, pero a pesar de ello conservan ese espíritu subversivo que les otorga un encanto especial". Porque estas breves piezas que se representaban en los intermedios de las comedias son la manifestación artística más cercana al espíritu barroco y no sólo en su vertiente grotesca: "La parodia de la comedia, el aliento carnavalesco o la desesperación costumbrista en clave de humor derivan en una efectiva trasgresión teatral que cultivaron nuestros principales autores", dice Vasco.

Animados precisamente por mantener ese espíritu canalla, estos Entremeses barrocos presagian gozo y diversión a cargo de una CNTC joven y compenetrada. Pues con los mimbres citados sus artífices han compuesto un espectáculo, apunta García Araus,"de extraña coherencia que se acerca más al género de la revista o a una especie de cabaret avant-la-lettre", donde la música es protagonista y las situaciones y personajes se suceden vertiginosamente.