El bajo-barítono Kiril Manolov encarna al gordinflón Falstaff. Foto: Silvia Lelli
Este viernes, 31 de julio, y mañana, sábado 1 de agosto, va a celebrarse en nuestro país uno de los mayores acontecimientos operísticos del año: se estrena en el Teatro Campoamor de Oviedo, gracias a la excelente visión artística de su ayuntamiento, una moderna producción de Falstaff, última ópera de Verdi. Al frente de la operación se encuentra Riccardo Muti, quizá el mejor director verdiano vivo en la actualidad. Claridad y finura en los timbres y una preponderancia bien medida de los vientos son cualidades que definen el estilo del director en esta pieza, en la que se muestra elástico, pronto y vitalista y consigue unas líneas fugadas bien diseñadas, como las que sobrevienen, con intervención de todos los personajes, en el segundo cuadro del primer acto y en el segundo del segundo, sobre todo en aquel pasaje en el que se combinan tan hábilmente distintos metros.Verdi acaba aquí por cambiar radicalmente la perspectiva tradicional de la ópera bufa. La locura que engendra la comicidad es más sutil. Lo resalta Gilles de Van, para quien en esta obra se ilustran de un lado los excesos y los peligros y de otro el poder del sueño y la capacidad de fecundar la monotonía de la vida cotidiana. El panzudo es el vencido, el humillado de la historia; pero también el triunfador: es quien introduce un poco de fantasía en la monotonía cotidiana de los buenos burgueses de Windsor. "Revancha de Rigoletto -concluye De Van-, deviene en la última metáfora del artista, ridículo e irrisorio, pero cuyos delirios suscitan el sueño y cambian la banalidad de la vida normal".
En líneas generales Falstaff es un enorme Allegro alla breve constituido por cortas secuencias scherzantes unidas entre sí sin solución de continuidad y separadas casi simétricamente por espacios líricos a cargo de la pareja amorosa. Muti lo sabe bien. Se podrá comprobar en las dos funciones previstas, a las que van a acudir, de seguro, aficionados de todo el país, que podrán asistir a unas representaciones coloristas, tradicionales, de acuerdo con la visión escénica de Cristina Mazzavillani Muti, esposa del maestro napolitano y muy activa en el Festival de Ravenna, del que es directora y en el que se ha exhibido ya esta producción.
El equipo vocal no ofrece excesivos brillos, pero desplegará la coherencia que imprime la batuta de Muti a todos sus proyectos. El gordinflón será encarnado en esta ocasión por el búlgaro Kiril Manolov, un bajo-barítono joven, de buen caudal. Esperemos que la mano del maestro le haga perder una cierta rigidez emisora y le conceda la afinación y destreza rítmica que precisa la parte. El aceptable barítono que es Federico Longhi le dará la réplica como Ford. La muy dispuesta soprano Eleonora Buratto, una de las preferidas del director, será Alice y la prometedora Damiana Mizzi una gentil Nannetta. Fenton lo canta el un tanto pálido tenor Matthias Stier. Los conjuntos son los habituales en estas excursiones del director: Orquesta Giovanile Luigi Cherubini y Coro del Teatro Municipale de Piacenza, con los que acudirá a Salzburgo y Ginebra para Ernani.