Representación de El pimiento de Vedi. Foto: Ipure Tentorio

Los montajes levantados entre el Teatro Español y el San Martín de Buenos Aires acreditan la intensa conexión transatlántica, que brilla en las grandes salas públicas pero fermenta en un circuito alternativo cada vez más mestizo.

El estreno en el Español de El arquitecto y el emperador de Asiria es el hito más visible de la conjunción entre la escena iberoamericana y la española. Juan Carlos Pérez de la Fuente, cuando tomó las riendas del teatro capitalino, manifestó que uno de sus objetivos sería internacionalizar al máximo su actividad. Y que en esa vocación exterior los países hispanohablantes del otro lado del Atlántico serían una prioridad.



La declaración de intenciones no se ha quedado colgada en el limbo discursivo. Ya hay hechos concretos. En diciembre Hernán Lombardi, ministro de Cultura y Turismo de la capital argentina, firmó un acuerdo con Ana Botella para alumbrar montajes conjuntos. A ese encuentro asistieron el propio Pérez de la Fuente y Alberto Ligaluppi, director del Complejo Teatral de Buenos Aires y gestor proclive a la alianza con compañías y salas de aquí. El Teatro San Martín, uno de los emblemas del imponente Complejo, se ha convertido en los últimos años en una embajada de nuestra escena. Estos días, por ejemplo, tiene en cartel El pimiento Verdi de Albert Boadella, coproducida con el Canal e interpretada por actores argentinos. Y el año pasado apadrinó también, junto al Instituto Ramón Llull de Barcelona, El principio de Arquímedes, de Josep María Miró.



El cerco de Cervantes

La directora de aquella versión fue la argentina Corina Fiorillo, que también ha manufacturado El arquitecto y el emperador de Asiria, de Arrabal, programada en las Naves del Español hasta el 1 de noviembre. La protagonizan dos intérpretes españoles, Fernando Albizu y Alberto Jiménez, mientras que el apartado técnico lo copan argentinos. En la siguiente coproducción hispanoargentina prevista la fórmula será la opuesta (o casi). El estreno de El cerco de Numancia está fijado para el 13 de abril en el Español. Pérez de la Fuente dirigirá la pieza cervantina apoyado en un elenco con doble nacionalidad. "Me he cuidado de dividirlos por bandos. Españoles y argentinos están mezclados en las filas romanas y numantinas, no vaya a ser que alguno haga lecturas belicosas", explica en tono jocoso el director madrileño a El Cultural.



Pérez de la Fuente, que cuenta con Luis Alberto de Cuenca como 'versionador' del texto cervantino, sucede a figuras totémicas como Alberti y Tamayo en la dirección de La Numancia. El primero la montó bajo el asedio franquista de Madrid en la Zarzuela y el segundo en el anfiteatro de Mérida a mitad de los 40, en plena dictadura. Dos visiones contrapuestas que dan fe de la flexibilidad (¿ambigüedad?) de la obra. Pérez de la Fuente entronca la suya con la Europa contemporánea y el drama migratorio: "No hay que forzar nada porque Cervantes es muy moderno. Los dioses aquí ya no pintan nada. Los hombres construyen su porvenir. Para mí Lope fue creador del nuevo arte de hacer comedias y Cervantes del de hacer tragedias".



La conexión con la otra orilla tiene esta temporada otro nodo: el Ciclo de Teatro Latinoamericano, que arranca en Matadero el próximo 5 de noviembre con No daré hijos, daré versos, obra en la que Marianella Morena recrea la vida de la poetisa modernista uruguaya Delmira Agustini. Del 12 al 15 podrá verse Cuándo todos pensaban que habíamos desaparecido, de la compañía mexicana Vaca 35, que ya ha estampado su sello experimental en ediciones anteriores del Frinje. Y los argentinos de Buendía Theatre exhibirán su hilarante Othelo a partir del 19. "Estas sinergias van a favor de corriente: porque ellos quieren venir aquí y nosotros queremos viajar allí", apostilla Pérez de la Fuente.



Y lo suscribe Guillermo Heras, que ejerce como secretario técnico de Iberescena, entidad dependiente de la SEGIB (Secretaría General Iberoamericana) con la misión de impulsar proyectos escénicos. La condición exigida para acceder a sus ayudas es que al menos participen 'teatreros' de dos países diferentes. Heras tiene una perspectiva privilegiada del flujo colaborativo actual. Por la mencionada posición en el SEGIB y porque lleva pateando escenarios de toda Iberoamérica desde 1976, cuando empezó a girar con Tábano. Dice que nunca antes habían sido tan intensos y estrechos los lazos entre el lado de acá y el de allá. En Buenos Aires, que califica como la capital mundial del teatro en español, es donde más particularmente se percibe. En concreto en el circuito alternativo, con más de 300 espacios regurgitando montajes cada día a un ritmo frenético.



"En ese universo se han integrado muchos españoles, lo que ha dado origen a innumerables iniciativas compartidas. Hay dos causas por las que se han desplazado allí. Una artística originada por la la atracción que generan maestros como Spregelburd, Tantanián, Bartís, Kartun, Veronese... Otra socioeconómica, motivada por la crisis: mucha gente del gremio ha buscado nuevas oportunidades en Buenos Aires. La consecuencia inevitable (y muy positiva) es el mestizaje escénico", explica Heras. En enero de 2014 también inauguró el Laboratorio América de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con Los áspides de Cleopatra de Rojas Zorrilla. Se estrenó en el San Martín y luego estuvo en el Pavón. La idea partió de Helena Pimenta, directora de la CNTC, determinada a su vez a dar salida a nuestra dramaturgia barroca. Sin complejos, como los ingleses con Shakespeare. Aunque el apostolado lo ha orientado esta temporada más hacia Europa.



El Centro Dramático Nacional este año también mira más al viejo continente que al nuevo mundo en su política de coproducciones. En febrero presentará un Cuento de invierno levantado a medias con Cheek by Jowl, de Declan Donnellan. Pero su programación figura salpicada de creadores iberoamericanos: Pablo Messiez, Carolina Román, Denise Despeyroux... Y recientemente ha trabajado hombro con hombro con dos instituciones mexicanas: la Compañía Nacional de Teatro (La sangre de Antígona) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (Arizona). En el Teatro de la Zarzuela, en el que el argentino Daniel Bianco acaba de desembarcar, se anuncia un vuelco iberoamericano. "Hay que valorar que la zarzuela es un género escrito en una lengua que hablan 500 millones de personas", advirtió su nuevo director tras ser presentado en el cargo.



Y, en el reverso de la tradición, el Frinje abre nuevas ventanas en Iberoamérica. A lo largo de este mes, con el apoyo de AC/E, Salva Bolta compartirá su experiencia en el taller La mujer del monstruo en el Festival Internacional de Artes Escénicas de Uruguay. En julio Bolta dirigió en el Frinje los textos resultantes de este laboratorio dirigido por Alberto Conejero.También se exhibirá Desde aquí se ve sucia la plaza del pueblo, de la compañía Club Canibal, estrenada en el último Frinje. En el horizonte se atisban además acuerdos con festivales mexicanos, argentinos y brasileños. Más tablas para apuntalar el puente teatral transoceánico.



@albertoojeda77