Mercedes Morán, en un momento de su interpretación en ¡Ay, amor divino!
Pocos directores tienen tan fácil acceso a la cartelera española como Claudio Tolcachir. Hace más de una década, empezó a darse a conocer en nuestro país. Se abrió camino a través de Temporada Alta de Gerona, que no dudó en apostar por su talento. Desde entonces no ha parado. La temporada pasada estrenó en el festival catalán Dinamo. Luego trajo al Central de Sevilla y a las Naves del Español la impactante Tierra de fuego y abrió este curso en el Maravillas con La mentira. Ahora vuelve a Madrid con ¡Ay, amor divino!, que estrena en la Sala Verde de los Teatros del Canal el próximo jueves (15).Esta vez se alía con la actriz Mercedes Morán, rostro muy popular de la teleficción argentina (Gasoleros, El hombre de tu vida , Guapas), que protagoniza un monólogo que también ha escrito. De hecho, se trata de su debut como dramaturga. Morán confecciona un relato biográfico en el que repara en algunas vivencias. De alguna manera, estamos ante una recapitulación vital de una mujer que acaba de alcanzar la sesentena. "Cuento pequeñas historias de mi vida ‘obedeciendo' los consejos de mi amada y admirada China Zorrilla [actriz y directora uruguaya] que siempre me decía: ‘Hacelo como en el salón de tu casa, pero más fuerte y sin llevarte los muebles por delante'", explica Morán.
La crítica argentina ha sido unánime en elogiar esta pieza de cámara. "Caleidoscopio de sentimientos, inteligente mirada escénica, recuerdo lacerante…". Son algunas de las definiciones recogidas en la prensa. Tolcachir también aporta la suya: "Es lo más parecido a una clase de actuación, de esas donde lo simple se vuelve poderoso. Un recorrido construido por historias profundamente sencillas y humanas, en el que el espectador siente que atraviesa junto a la protagonista distintas edades, paisajes, momentos históricos y cientos de emociones que ella dibuja con una magia transparente".
Morán, que ya trabajó con Tolcachir en Agosto de Tracy Letts y Buena gente de David Lindsay-Abaire, rememora con detallismo sensorial (olores, colores...) su infancia en un pueblito de San Luis, sus primeros amores en la adolescencia y los complejos que la atormentaban, ahora ya superados, lo que le da pie a bromear sobre ellos. También aborda materias tan sustanciosas como el disfrute sexual, la maternidad e incluso la menopausia. En este ‘destape' íntimo Morán no esconde pasajes descarnados relativos a su universo familiar. Pero el tono general es luminoso. "¡Ay, amor divino! es un viaje por situaciones tan preciosas y particulares en las que uno puede sentirse reconocido y ser parte de una ceremonia de amor a la vida, concebida con muchísimo humor y una singular entrega", sentencia Tolcachir.
@albertoojeda77