Ana Wagener en un momento de La voz humana
El Teatro Kamikaze anda volcado estas semanas en la feminidad y sus infinitos matices psíquicos. Varios personajes han circulado por su escenario mostrando tan poliédrico universo. A partir del próximo miércoles (14) le llega el turno a la desesperada amante de La voz humana, que sostiene durante casi una hora el auricular del teléfono en actitud doliente, sabedora de que la relación con su interlocutor está finiquitada. Israel Elejalde, en su condición de director, actualiza el monólogo firmado por Jean Cocteau en 1930, que luego, en 1954, Poulenc convertiría en una ópera de un solo acto para soprano.Elejalde se ciñe al texto primigenio de Cocteau, aunque saca a relucir alguna canción de su amiga Edith Piaf. "La voz humana -dice- presenta a una mujer profundamente enamorada al borde del abismo, que lucha con desesperación por ser tratada con dignidad por su amante. Es una lucha a contrarreloj -lo que dura esa llamada que se corta con frecuencia, estableciendo una metáfora sobre la propia fragilidad de la relación- por encontrase con la verdad". Tras ese parlamento angustioso, recreado en el Pavón por Ana Wagener, se filtra el propio sufrimiento de Cocteau, que también debió sobreponerse a la pérdida de su pareja, Raymond Radiguet. "En su génesis -añade Elejalde-, es una obra realista, pero en mi opinión hay tantos elementos simbólicos y tantas referencias a los sueños y a las fantasías que la empujan hacia un terreno mucho más poético y onírico".
@albertoojeda77