Un momento de El festín de Babette. Foto: J. M. Lostau
El dramaturgo estrena en el Teatro Calderón de Valladolid una versión escénica de la obra de Isak Dinesen dirigida por Pepa Gamboa.
No es la primera vez que el tándem Gamboa-Álamo trabaja junto sobre las tablas. Ya lo hizo, y con la misma filosofía social, en Fuenteovejuna, que recientemente se ha visto en el Teatro Español de Madrid con la participación de actrices no profesionales del poblado chabolista de El Vacie de Sevilla. En este El festín de Babette serán 16 los actores no profesionales que trabajen junto a nombres consagrados de nuestra escena como Ana Otero, Javier Semprún, Manuel de Blas, María José Alfonso, María Garralón y Paco Lahoz, además de la voz en off de Vicky Peña.
El relato de Dinesen se desarrolla en una aldea de la costa danesa donde dos hermanas, hijas de un riguroso pastor protestante, acogen a una refugiada francesa que huye de la represión de 1871. Durante años, Babette sirve a estas hermanas, que se han consagrado a la soltería y al puritanismo en memoria de su padre fallecido. La historia cambia radicalmente cuando a la protagonista le toca la lotería y decide invitar a la comunidad a una cena para degustar los manjares de la cocina gala...
"El sencillo y pausado relato -explica Álamo- sirve a la escritora para contraponer dos formas de espiritualidad y para reflexionar sobre el sentido del sacrificio y del placer mundano. Al principio, el banquete es visto con desconfianza por los miembros de la claustrofóbica comunidad, e incluso les llega a escandalizar. Babette empeña en la iniciativa no sólo su arte culinario sino también su fortuna. El festín lleva a los doce comensales, número con reminiscencias cristianas, a una especie de catarsis en la que se diluyen las rencillas y trascienden las frustraciones. El exuberante desfile de vinos y manjares provocará en los asistentes una reconciliación desde la que se celebrará, por encima de cualquier otra cosa, lo fugaz y efímero de la vida". Uno de los principales escollos que se encontró el autor de Cantando bajo las balas fue realizar una versión dramática de un texto fundamentalmente narrativo. Otra, el hecho de que el cuento aborde varias existencias a lo largo de numerosos períodos de tiempo.
Pese a la dificultad de afrontar tantos acontecimientos, Álamo se ha inclinado por no eludir su naturaleza narrativa y subrayarla: "Nuestros personajes transitan a lo largo de decenios, pero, como dice uno de los ancianos de la obra, seguimos igual de viejos que cuando teníamos 50". La obra cuenta, además, con la música de Miguel Linares, la escenografía de Antonio Marín y la producción de SEDA.
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