Jesús Noguero, Fernanda Orazi, María Morales e Israel Elejalde protagonizan Ensayo, de Pascal Rambert. Foto: Vanessa Rabade
Diferentes realidades, juegos de identidad y energías que estallan sobre el escenario... Todo cabe en este Ensayo de Pascal Rambert que llega al Pavón Kamikaze a partir del día 12. Repite con el director francés Israel Elejalde.
A través de dos parejas (formadas por Israel Elejalde, María Morales, Jesús Noguero y Fernanda Orazi) vuelve de nuevo a la escena española como autor y director con Ensayo, una reflexión sobre la escritura, el desencanto y la creación. "En la vida -explica Rambert- no hay un solo tema sino una efervescencia contradictoria, algo que brota constantemente. El arte es el lugar de ese brotar perpetuo, el lugar de donde sale el grito que está dentro de nosotros y que, a menudo, por mil razones, está encadenado. Ese grito, esa parte de uno mismo que dice ‘existo', que explota, sale a la superficie. Es, entonces, el momento del arte". Como en La clausura del amor, Rambert huye de los "personajes". Escribe para unas voces que además llevan los nombres de la vida real: "Los escucho. Los veo. Son seres humanos, no son personajes de papel o de teatro. Lo que explican en La clausura o en Ensayo no es su vida privada pero contiene una forma de vibración que permite abrir puertas a unas palabras que van a ser las suyas durante la función". A Rambert le gusta llevar a escena, con sencillez y sin artificios, unos cuerpos que se definen por la potencia de la voz. Una mesa y unas cuantas sillas construyen un espacio limpio creando un escenario basado en la evocación: "Escribo a través de ciertas tesituras que funcionan en mi oído de una manera totalmente subjetiva, en una asociación sonora que, en el caso de La clausura, iba de Israel Elejalde a Bárbara Lennie. Teníamos dos energías. En Ensayo son energías directas que se suceden y que encajan las unas en las otras. La primera es la de Fernanda, que se multiplica en la de María, y que a su vez entra en la de Jesús, terminando en el interior del cuerpo de Israel...".
Para Rambert, la vida y la ficción, muy mezclada en el montaje que podrá verse en el Teatro Pavón Kamikaze a partir del 12 de septiembre, es una suma de tiempos unidos que no llegan a interrumpirse. Un enfrentamiento entre distintos niveles de realidad: "Tengo la impresión de que lo que llamamos verdad no se adapta necesariamente a lo que es la realidad sino que se ajusta mejor al interior de las ficciones". Stalin, Mandelshtam y la Rusia soviética forman uno de esos niveles que provocarán el debate entre los "personajes" de este particular ensayo en el que se pone en evidencia el desencanto y el cuestionamiento del mundo actual.
Israel Elejalde reconoce a El Cultural que la obra habla del fracaso de un sueño, "de una estructura, como los personajes llaman a su grupo de teatro, a la que han entregado sus vidas y que explota porque ha perdido su razón de ser, su fiereza, su alma. La frustración de constatar que querías cambiar el mundo y que al final el que has cambiado has sido tú. Junto a eso está el amor como motor, la necesidad de amar para seguir adelante, para construir cosas...".
El tándem Elejalde-Rambert da resultado. Tienen una química especial y se nota. "Él viene de otra tradición -matiza Elejalde-. Se ha movido en terrenos poco habituales en mi carrera como la performance y la danza. Su escritura es peculiar tanto en la forma como en el contenido y eso se refleja en su forma de encarar los procesos, que suelen tener largas etapas de aproximación. Llevamos varios meses con el texto en nuestras cabezas pero el espectáculo se configura sólo en dos semanas".
@ecolote