El complejo y vital perfil de los personajes es una de las características de En la fundación. Foto: Samuel Garar
Todo forma parte de la misma prisión. La conclusión a la que llega Tomás, uno de los personajes clave de La Fundación, sienta la base argumental de la obra de Buero Vallejo, que llega ahora a los Teatros del Canal dentro del Festival de Otoño a Primavera con versión libre de Irma Correa y dirección de José Luis Arellano. La Joven Compañía recupera así un título clave de nuestra dramaturgia.
La mentira y el simulacro obsesionaron al autor de Historia de una escalera, cuyo mensaje se nos presenta ahora más subversivo y revolucionario que nunca, pese a la poca presencia que sus obras han tenido en nuestros escenarios durante los últimos años. "Creo y espero en el hombre como espero y creo en otras cosas: en la verdad, en la belleza, en la rectitud, en la libertad. Y por eso escribo de las pobres y grandes cosas del hombre, hombre yo también de un tiempo oscuro, sujeto a los más graves pero esperanzados interrogantes".
Estas "pobres y grandes cosas" evocadas por Buero Vallejo quedan reflejadas en la versión que la autora Irma Correa (Las Palmas, 1975) y el director José Luis Arellano (Madrid, 1969) han realizado de La Fundación para La Joven Compañía, que podrá verse desde este viernes, 1 de diciembre, en los Teatros del Canal dentro del Festival de Otoño a Primavera.
Ritmo y vitalidad
Producida por la Comunidad de Madrid (que confirma así su compromiso con la obra del autor de El tragaluz desde que adquirió su legado para la Biblioteca Regional el pasado mes de julio) y la Fundación Teatro Joven, la adaptación de Correa -revisada como En la Fundación- pone al día ahora todo lo posible el texto original para sintonizarlo con el ritmo y la vitalidad de la compañía y para hacerlo accesible a las nuevas generaciones. En ese afán, ha realizado intervenciones gramaticales, ha rebajado la edad de los protagonistas y ha procurado que su duración no excediera las dos horas. "Era fundamental -señala Correa a El Cultural- que el lenguaje de Buero estuviera vivo en el cuerpo y en el alma de estos actores jóvenes". Para Arellano, La Fundación sirve para acercar toda una herencia de la literatura dramática contemporánea: "Más allá de la anécdota, he intentado abordar la problemática del ser humano a través de un grupo de jóvenes que están encerrados y que necesitan luchar e inventarse una nueva realidad para poder sobrevivir".La historia de Tomás, Asel, Tulio, Lino, Max, Berta y Chico ha pisado pocas veces nuestros escenarios. Desde su estreno en 1974 por José Osuna en el Teatro Fígaro de Madrid (con Francisco Valladares y Jesús Puente, entre otros), La Fundación fue retomada en 1998 por Juan Carlos Pérez de la Fuente para el CDN (con escenografía de Oscar Tusquets) y hace un año por Ruth Rubio en una atrevida y experimental puesta en escena para la sala La pensión de las pulgas. Pocas adaptaciones más se han registrado en el circuito profesional de esta magistral fábula existencial que veía la luz en el agónico y convulso final del franquismo.
Actores de La Joven Compañía durante un momento de En la Fundación
¿Por qué tan pocas adaptaciones? ¿Es el gran número de actores un obstáculo? ¿Qué ha pasado con el teatro de Buero desde su muerte? "No sabría decir las causas pero no creo que tengan que ver con la profesión, que siempre ha querido subirlo al escenario. Quizá se haya visto como un autor de la Transición, muy apegado a sus conflictos... No creo que haya sido algo concreto. Desconozco por qué no se ha estrenado al menos una de sus obras cada año", señala con cierta perplejidad Arellano. "Tenemos una deuda pendiente con uno de nuestros grandes dramaturgos. En estos momentos, vivimos con cierta desesperanza. Por eso, es necesario recuperar algunos imaginarios de nuestra literatura. Entre ellos, el teatro de resistencia que protagonizó Buero y el mensaje de que detrás de nuestras pequeñas celdas hay libertad. Cambió la estructura convencional de nuestro teatro".Buero en este momento y en cualquier otro. Lo expresa con contundencia y tristeza Irma Correa: "Nos habla de las heridas abiertas que tenemos como sociedad y como seres humanos. Provoca un debate urgente y necesario sobre lo que significan la opresión, el ensimismamiento, la crueldad y el amor. Es un dramaturgo necesario que usó sus palabras como dagas en un tiempo en el que hablar te podía llevar a la cuneta. Con este trabajo llevamos a cabo un acto de justicia histórica".
La Fundación se convierte por todo ello en una de sus obras más representativas. Los planos formados por la realidad y la ficción nos sumergen en un juego que el autor comparte, cómplice, con el espectador. Arellano, que prepara con La Joven Compañía Playoff, un texto de Marta Buchaca, considera que La Fundación nos moviliza para que no nos dejemos deslumbrar por las sombras, que luchemos, sobrevivamos y resistamos para salir de las cárceles en las que nos metemos nosotros mismos y también la sociedad".
Una voz para vencer
La autora de Hablando (último aliento), que tiene en cartera una obra sobre Pérez Galdós, un proyecto con Teatro Meridional y varias iniciativas más con Arellano, ve en las palabras de Buero una forma de alzar la voz y de vencer: "Estamos gobernados por sistemas que intentan aborregarnos y doblegarnos. Traer el texto ahora es, como ha señalado Mayorga, trabajar para que ese texto viva en un tiempo distinto de aquél en el que nació".Los personajes nos conducirán a un proceso profundo de reflexión. Cada uno a su manera, removerá nuestras conciencias. Como Tomás, quizá el perfil más conflictivo, cuando señala: "No sé si merece la pena escaparse, no hay mucha diferencia entre esto y lo de ahí afuera. Ya sé que la Fundación no era real, pero me pregunto si el resto del mundo lo es más. También a los de fuera les desaparecen de repente cosas. Y sin embargo siguen creyendo en su Fundación. Todo forma parte de la misma prisión".
@ecolote