Un momento de En manque

El Festival de Otoño a Primavera estrena en La Abadía la visceral distopía de Vinent Macaigne, enfant terrible de la escena francesa, que denuncia la acumulación del poder y el retroceso en derechos.

Dice Vincent Macaigne (París, 1978) que escribió En manque como una distopía pero que ahora le parece el retrato del paisaje social que ha dejado la crisis. A Carlos Aladro le entusiasmó esta denuncia escénica y decidió incorporarla a la programación del Festival de Otoño a Primavera, donde la veremos los próximos jueves y viernes (22 y 23) en La Abadía. Macaigne, uno de les enfants terribles del teatro galo actual, que conmocionó al público del Festival de Aviñón en 2011 con su visceral versión de Hamlet (A moins j'aurai laissé un beau cadavre), presenta una sociedad dividida en dos estratos impermeables. Por un lado, ‘los de arriba' detentan el poder, el dinero y la cultura. Por otro, ‘los de abajo' intentan sobrevivir en un territorio arrasado por la violencia y el caos.



A pesar de este panorama aparentemente maniqueo, Macaigne insiste a El Cultural que no es una obra de blancos y negros nítidos y tampoco eminentemente política. "El tema central es la melancolía. En manque me ha permitido enfrentarme a mis fracasos y mis debilidades. He intentado desbordar mi armadura. Aunque no se trata de una confesión biográfica íntima, tiene más bien una proyección generacional colectiva", explica Macaigne. Creador poliédrico, hoy es uno de los actores más conocidos del cine francés actual. Ha estado a las órdenes de Mia Hansen-Love, Louis Garrel, Olivier Assayas… Algunos críticos apuntan que ha llenado el vacío que Gerard Depardieu originó tras su espantada tributaria hacia Rusia. Le equiparan con él por su aire informal y su sinceridad directa. Le gusta también colocarse tras la cámara, contando con la bendición de la sacrosanta Cahiers du cinéma. Después de firmar numerosos cortometrajes, estrenó en Cannes el año pasado su primer largo, Pour le réconfort.



El territorio de la épica

Aunque donde más prolífico se muestra es sobre las tablas, como director y autor. Macaigne tiene muy claro cuándo encauzar una historia por uno u otro terreno: "El teatro enriquece al cine y viceversa. Pero también es agotador dedicarse a ambos. Normalmente, el cine me sirve para contar historias íntimas que retratan mi entorno. El teatro, en cambio, me permite liberar mi rabia. En las tablas afloran mis trabajos más viscerales e indignados. También creo que el teatro es el hábitat natural de la épica".



En manque la destila a través de la poesía, algo que no le quita un punto violento, marca de la casa. "Bueno, hay que precisar que es una violencia infantil y que mi teatro también puede ser amable y cándido. Depende del momento, de lo que requiera la historia. Quizá es pedir demasiado pero es interesante que el público venga más de una vez a ver mis obras. La primera impresión puede ser de tristeza pero mi propósito, lo juro, es dar esperanza y energía". Macaigne cree que ambas son necesarias para "recuperar los derechos perdidos en estos últimos años".



@albertoojeda77