El precio disecciona el alma humana
Gonzalo de Castro, Eduardo Blanco, Elisabet Gelabert y Tristán Ulloa afrontan El precio. Foto: Javier Naval
"Una de las grandes obras de Arthur Miller donde vuelca su experiencia y su crudo existencialismo, un texto en el que el dramaturgo hace una autopsia emocional del alma". Así define Silvia Munt a El Cultural El precio, la obra que, a partir del 12 de octubre, podrá verse en el Pavón Kamikaze tras su paso por la cartelera barcelonesa. A través de una puesta en escena "minimalista y sencilla", la directora muestra una única unidad de tiempo -todo transcurre en una tarde en un solo espacio donde se acumulan sillas y algún que otro mueble- desde la que la historia fluye de una forma "muy limpia".Tristán Ulloa, Gonzalo de Castro, Eduardo Blanco y Elisabet Gelabert interpretan a unos personajes que reúnen, según la directora, la mayor parte de las incógnitas de nuestra vida cotidiana: "Es la obra de un maestro que indaga en cómo queremos vivir, en nuestra querencia por el éxito, en lo que queríamos ser y en lo que en realidad nos hemos convertido..."
Varios hermanos se encuentran en el desván de la casa familiar después de años sin hablarse. Además de a la tasación de los objetos tendrán que hacer frente a recuerdos y fantasmas que les siguen atormentando. Todo, en medio del Crack del 29, una coyuntura que puede trasladarse, según Munt, a la crisis de 2008, un terremoto social y económico del que no hemos aprendido nada: "Marcó un antes y un después. La sociedad sigue sin estar preparada para situaciones de este tipo, cuando el sistema y las personas se desmoronan por completo. Todo ello puede volver a pasar.
Ante un caos así, Miller no nos de deja desvalidos, nos dice que para afrontar la vida hay que creer en algo porque si no estás muerto". Como el autor de Las brujas de Salem, Munt, que volverá al Lliure en junio con Dogville, adaptación de la película de Lars Von Trier, y al Kamikaze en julio con Las chicas de Mossbank Road, se enfrenta así a "lo irreversible de nuestras decisiones, a la fuerza de nuestras convicciones, a la fragilidad del paso del tiempo, a la inercia y a la capacidad de amar". En definitiva, a la lucha por la superviencia.