James Rhodes (Londres, 1975) se ha convertido en un fenómeno social. Su expansiva personalidad, que ha mostrado sin tabúes en España (donde reside), sus conciertos como acreditado pianista y la publicación de los abusos que sufrió durante su infancia en Instrumental (2015) y Fugas (2017), memorias publicadas por Blackie Books, han hecho que el teatro y el cine –a finales de año llega a la cartelera un filme dirigido por James Marsh y protagonizado por Andrew Garfield– se interesen por su peripecia existencial.
El próximo miércoles, 19, el Teatre Lliure estrena, con dramaturgia y dirección de Iván Morales, un montaje basado en la primera parte de su autobiografía, el volumen en el que refleja más descarnadamente su pasado y las cicatrices que le dejaron, además del bálsamo que supuso su dedicación a la música. Instrumental, protagonizada por Quim Ávila, cuenta con la asesoría de Vicki Bernadet, directora de la fundación que lleva su nombre.
Fue hace dos años cuando el Lliure propuso a Morales montarlo en forma de monólogo: “Entendí que era el momento de hablar de abuso, y no de manera tangencial, como ya hicimos con Jo mai o Cleòpatra. Esta vez teníamos que poner el problema en un lugar central. También es la historia de un superviviente gracias al poder mágico de la música. Pero no es el espectáculo del dolor o la épica de la supervivencia sino del poder que tiene el arte para hacernos sentir menos solos”.