“El castigo. Nadie merece el castigo más que él. Que las cadenas cierren la historia de un soberbio”. Inquietantes palabras de Hefesto para iniciar la contundente versión del Prometeo de Esquilo que ha realizado Luis García Montero con “libertad extrema” para el Festival de Mérida. Llegará al Teatro Romano el próximo día 24 dirigido por José Carlos Plaza y protagonizado por Lluís Homar, Amaia Salamanca, Fran Perea, Fernando Sansegundo, Israel Frías y Alberto Iglesias.
Para García Montero, que ha trabajado con Plaza en varios proyectos como La música callada, la vida rima (2011) y La Orestíada (2017), se trata de leer al clásico: “Hay que preguntarle a los textos por el mundo de hoy. Sentir que los clásicos hablan de nosotros, que Esquilo habla de mí, y desde ese momento escribir un texto que componga las ideas que necesita una representación de 2019. La escritura es un hecho hospitalario. Sólo sirve cuando la habita un lector. En la recreación de textos clásicos como este no basta con quitar una palabra rara o un discurso sobre la divinidad incomprensible en nuestros días. Hay que habitar el texto con las propias inquietudes”.
"Después de la posverdad hay que crear una alternativa. Mi Prometeo es un escéptico con creencias". Luis García Montero
En este proceso, el director del Instituto Cervantes (que cumple estos días un año en el cargo) ha dividido en dos a Prometeo: un joven (Perea) que acaba de ser condenado por Zeus y un viejo (Homar) que sabe ya lo que ha pasado, lo que va a sufrir, lo que le espera a la historia de los seres humanos… “La tensión principal es la que se da entre el joven que duda de su sacrificio y el viejo que le ayuda a resistir porque merece la pena. Los seres humanos parece que no están a la altura del sacrificio, quizás no mereció la pena robar el fuego por ellos. Se han matado, han creado campos de exterminio, han corrompido todo”.
Estamos, según Plaza, ante un viaje hacia un recuerdo: “Vemos a un hombre atormentado por lo que hizo, sacrificando su vida para entregar el fuego a los hombres. Durante siglos se ha estado preguntando si mereció la pena. El personaje del Anciano parte de un hoy, incluso de un hoy futurible. Estamos en un momento en el que ya ha pasado todo: crisis, injusticias, ideologías, esclavitudes, religiones… Busca desesperadamente lo que hay de positivo en el desarrollo de la humanidad. Con el horror y la podredumbre coexisten Galileo y Bach, Shakespeare y Madame Curie, Picasso y Fleming”.
Pero la clave de este Prometeo es su actualidad. Si para el director de Hécuba observar desde el hoy toda nuestra historia le da una enorme lucidez, para García Montero, que se encuentra revisando una adaptación de Casa de dos puertas mala es de guardar, de Calderón, esta historia busca devolvernos la esperanza: “Hay que encontrar motivos. Después de la posmodernidad y la posverdad hay que crear una alternativa. Mi Prometeo no es un ingenuo, es un escéptico con creencias, con valores. Mientras se pueda seguir buscando puede haber una esperanza”.
Por eso el Anciano exhorta al Prometeo Joven a no renunciar. “Hicimos bien en darle el fuego a los seres mortales. Me lo dicen los años”. Llegado el final, ya sólo queda esperar el vuelo de las águilas, el pico de las águilas…