“Rompedora de normas y de formas poéticas. Una revolución de conceptos. Un vértigo de sinceridad. Una cultura ancestral grabada en la sangre. Un constante empuje hacia la superación. Una conciencia clara de que el destino del hombre está en la creatividad subjetiva. Un ser adelantado a su época”. Todo eso fue Marina Tsvetáyeva a juicio de la directora Irina Kouberskaya, que la homenajea con su montaje Amiga, programado todos los viernes en el Teatro Tribueñe de Madrid. Confiesa que es una escritora que la acompaña toda su vida, junto a Ósip Mandelshtam y Anna Ajmátova. “Son mi religión poética, mi santa trinidad rusa, porque tengo también trinidades española, francesa e inglesa”.
"Tsvetáyeva fue el vértigo de la sinceridad, una cultura ancestral en la sangre, una revolución", dice Kouberskaya
En Amiga retrata su estrecha vinculación con otra poeta, Sofía Parnok. Para que el espectáculo sonase a verdad manejó un ingente material literario: diarios personales, biografías, correspondencia y el legado poético de ambas. Kouberskaya llevaba años incubando el deseo de rendirle tributo. Pero, confiesa a El Cultural, no terminaba de encontrar la forma porque se sentía incapaz de abarcar la inmensidad trágica de su destino: se acabó suicidando tras el martirio a que fue sometida su familia por el stalinismo (a su marido lo ejecutaron y a su hija la desterraron a Siberia). La bombilla se le encendió cuando dio con el capítulo de su “relación apasionada” con Parnok. Ambas eran veinteañeras y estaban casadas pero su encuentro fue, dice Kouberskaya, “químico, físico, intelectual y espiritual”. Y muy fecundo en el terreno creativo.
“Atraídas por la estética femenina, Marina y Sofía pretendían no poner fronteras a su vida, tratando de adaptar su atracción a la cotidianidad, amalgamando a todos los familiares y amigos a su alrededor”, explica Kouberskaya, que ha hecho de Tribueñe un feudo del maridaje entre teatro y poesía. Aquí esgrime una escenografía sencilla y eficaz, a la que se añade un espacio sonoro que rezuma el tormento de Tsvetáyeva. “Mi intención ha sido construir un himno a la sensibilidad, la creatividad y el amor”.