El teatro urgente de Frank Castorf (Berlín Este, 1951) llega al escenario de los Teatros del Canal este viernes, 17, con una obra que tan solo tiene unos días de rodaje. Bajazet-en considérant ‘Le théâtre et la peste’, estrenado recientemente en Suiza, ha puesto a dialogar textos de Jean Racine y Antonin Artaud, dos voces “aliadas” (pese a estar separadas por tres siglos) en las que el exdirector del mítico Volksbühne de Berlín desafía contingencias y compromisos, convirtiendo su creación, según el dramaturgo Eric Vautrin, en un espacio para la reinvención y la renovación estética frente a la mera proyección de fantasía. “En estos autores, la palabra hablada va más allá de su coyuntura. El lenguaje se convierte en un medio para superar las restricciones impuestas por las circunstancias sociales”, explica Castorf, referente aún del teatro político contemporáneo gracias a su incoformismo escénico y a su capacidad para transgredir normas.
Del amor a la crueldad
De un lado, Bajazet, la tragedia turca de Racine, tiene lugar en Bizancio, en la residencia del sultán, donde el amor se convierte en una pasión destructiva y donde la política se enfrenta frontalmente a la sinceridad de los sentimientos. De otro, Artaud y el eco teórico de su legado más importante: El teatro y su doble. Para el creador del teatro de la crueldad, referente del trabajo de Castorf, el escenario es un espacio donde puede llegar a mostrarse cualquier forma de esclavitud y también las formas de superarla. Para ello, el director alemán ha utilizado el vídeo como un medio para conseguir desestructurar la narración y dotarla de atemporalidad. “Al igual que el carnaval –sentencia Castorf–, el teatro puede dar lugar a algo diferente. Se trata de alcanzar un estado sin ser políticamente correcto. Muchos actores, que podrían estar felices en el cine o la televisión, sienten una profunda necesidad de entregarse a la emergencia de mi teatro”.
“En Racine y Artaud el lenguaje se convierte en un medio para superar las circunstancias sociales”. Frank Castorf
Por eso Castorf, que siempre se ha sentido atraído por autores aparentemente irrepresentables como Dostoyevski y Bulgákov, rastrea el sentido de la palabra en los conflictos que plantean Racine y Artaud. Ese ha sido el reto de la puesta en escena que podrá contemplarse en el montaje que se representará en francés (los días 17 y 18) en la Sala Roja del teatro de la Comunidad de Madrid. “El arte –precisa el director– sería completamente aburrido si eliminamos el conflicto. Uno de los logros de la polis griega es aceptar opiniones distintas. Soy fanático de los conflictos. Por eso, en el teatro he intentado destruir el consenso. En cierta forma, el consenso marca el final del arte”. En este Bajazet que Castorf ha estructurado con su habitual contundencia escénica volveremos a encontrarnos un arte vivo y poderoso, decidido a deshacer los “buenos modales artísticos” y a mostrarnos el poder del alma a través de la renovación estética de los autores galos que inspiran su apuesta. Vautrin –integrante del Théâtre Vidy-Lausanne, productor del montaje– considera que si Bajazet se encuentra a sí mismo a través del poder de lo hablado, también lo hace Artaud a través de sus proclamas: “Su poesía encantada es un intento de levantar el hechizo creado por ritos y códigos que enmarcan, explotan y restringen el poder de la vida. Más que simples dramaturgos que proporcinan temas para representar, Castorf ve en Racine y Artaud unos hermanos unidos por la búsqueda de un arte poderoso y decidido. Es su forma de encontrar un nuevo repertorio capaz de continuar el camino iniciado hace cuarenta años”.
No es extraño, pues, que el instinto voraz de Castorf haya sublimado el contundente mensaje que Artaud difundió, entre la realidad y la metáfora, en ‘El teatro y la peste’ sobre el papel del teatro, cuya crisis, sentencia, se resuelve con la muerte o la curación: “El problema que ahora se plantea es saber si en este mundo que cae, que se suicida sin saberlo, se encontrará un núcleo de hombres capaces de imponer esta noción superior del teatro, hombres que restaurarán para todos nosotros el equivalente natural y mágico de los dogmas en que ya no creemos”.