Una rara mezcla entre el pop y el cine de autor más radical. Así define Renacimiento Celso Giménez, el nuevo montaje de La Tristura, que tenía previsto su estreno absoluto el 17 de abril y que llega, en plena fase de desconfinamiento, a los Teatros del Canal a partir del 1 de julio. “Hablamos de dejarlo para 2022 pero surgió la oportunidad de hacerlo en julio y esprintamos de una forma épica. Ha sido un cambio de ritmo muy fuerte en unos días realmente intensos y excepcionales”, explica a El Cultural el autor de la obra junto a Violeta Gil e Itsatso Arana.
Tanto el contenido del montaje como su título cobran una fuerza especial en medio de la coyuntura de desafío y esfuerzo colectivo que estamos sufriendo. Para Giménez, la obra se ha puesto en marcha guiada por una extraña inercia: “Todo el mundo siente que lo que estaba creando hablaba ya de esto antes de que ocurriera”. La obra parte de la idea metateatral de la creación de un nuevo espectáculo mientras recorre la historia reciente de España (la muerte de Franco, la llegada de la democracia, el 15-M...). Los años proyectados suceden en el presente, no corresponden al tradicional flasback revisionista y los textos forman parte de la voz de un narrador que guía al espectador a lo largo de la historia, poniéndole en bandeja una nueva lectura.
“En nuestra estética siempre buscamos un equilibrio entre la ficción y el documental –explica el director–. En estas últimas semanas de ensayos con mascarillas y con distancia de seguridad nos era muy complicado no hacer alguna referencia a toda esta situación, de modo que la escena más larga de la obra la hemos situado en este contexto. Esperamos alcanzar también cierta universalidad”. Uno de los aspectos que diferencia Renacimiento de otros montajes de La Tristura como Future Lovers o Cine son sus dimensiones. Esta producción, que estará en la Sala Verde de los Teatros del Canal hasta el 12 de julio, reúne a 50 personas dentro y fuera del escenario. “Para la compañía ha supuesto un reto importante, más en estas circunstancias, con la creación detenida durante meses”.
El trabajo de La Tristura parte de experiencias comunes. De hecho, para preparar Renacimiento han compartido muchas horas leyendo los mismos libros y viendo las mismas películas (No se os puede dejar solos, de los hermanos Bartolomé, Númax presenta, de Joaquim Jordà y Dos días, una noche, de los Dardenne).
Complejos y sofisticados
“Iniciativas así generan un espacio común de pensamiento sobre el que después se asientan las ideas escénicas y los textos que les van llegando a los intérpretes. Todo se crea a la vez. El espacio, los textos, el sonido, la iluminación... Ese ‘todo’, ese microcosmos, encaja las piezas de La Tristura, que las vemos como una radiografía de lo que sentimos”, precisa Celso Giménez.
Renacimiento, según reconoce la compañía, no pretende dar lecciones, si acaso inspirar o sugerir ideas. Sus obras quieren ser una mezcla de celebración de estar vivos y una propuesta escénica compleja y sofisticada. “El espectador debe sentir que está viendo algo realmente único, que ha merecido la pena ir a ver el espectáculo, que está dentro de un marco político y social aunque los personajes no sean muy conscientes de ello. Es difícil conocer al hijo antes deque nazca pero sentimos que este montaje conserva nuestra esencia”.