No es la diosa Minerva. Pero le gustaría serlo. Su padre, su marido y su yerno han sido los arquitectos de cinco emperadores para los que han creado obras como el Coliseo, arcos y columnas triunfales que escribieron la historia del Imperio Romano. La Minerva que veremos en el Teatro Romano de Mérida a partir del próximo 20 de julio ha educado a su propia hija en la escritura y ha sido capaz de inocularle su amor por el teatro.
Minerva traduce las obras de otros y, al final de su vida, se atreve a escribirlas de su puño y letra. Es una mujer curiosa por las ideas de los demás (mira a los primeros cristianos como una minoría inocente y generosa), que intenta hacer siempre lo justo y que respeta las elecciones de sus seres queridos, procurando deshacer sus errores a través de una vida cimentada en la dignidad.
Para Mérida
El rostro de esta Minerva viene perfilado por el trabajo de Assumpta Serna (Barcelona, 1978) y del escocés Scott Cleverdon (Edimburgo, 1969) que, junto a la producción de Fermín Núñez, Samarkanda Teatro y el Festival de Mérida (con la colaboración de Familia de Cine) han puesto en marcha un montaje concebido expresamente para el monumental escenario extremeño.
“Minerva intenta buscar la libertad y esto siempre es más peligroso que seguir lo que todo el mundo dice. Puede ser por ideología, ignorancia o miedo”. Scott Cleverdon (director y autor)
“No ha habido adaptación”, explica a El Cultural Cleverdon, que firma también la dirección. “Minerva está pensada para Mérida. De hecho, hay escenas que pasan dentro del mismo teatro de Emérita Augusta. Son personajes de hace 2.000 años pero miran al público de 2022. En todo caso, la adaptación se producirá cuando tengamos que salir de gira”.
En el mismo sentido, Serna, protagonista también de la obra junto a Francesc Albiol, Verónica Parreño, Robert Gordano o el mencionado Fermín Núñez, entre otros, nos avanza que veremos una obra orgánica y pragmática. Porque recoge las necesidades de los actores y las intenciones del personaje y porque desde el principio el director ha volcado su experiencia en el teatro clásico para dirigir, de una forma libre y creativa, a once actores sobre las tablas”.
Cuestión de libertad
Minerva conecta con el siglo XXI a través de grandes conceptos como el de verdad. El senador Pólux, apunta Cleverdon, dice en un momento de la obra: “¿A quién quieres seguir? ¿Al hombre que dice que tiene la verdad o al que dice que la busca?”. Alcanzar la verdad no es cómodo, añade el director: “Minerva intenta buscar la libertad y esto siempre es más peligroso que seguir lo que todo el mundo dice. Puede ser por ideología, ignorancia o miedo”.
El Imperio Romano no fue, avanza Cleverdon en boca del emperador Domiciano, un camino de rosas: “Hay muchos elementos de la sociedad romana que son ajenos a nosotros como la esclavitud, la actitud ante el suicidio o los matrimonios forzados, pero hay otros temas que son realmente modernos, como el aborto, el cinismo de la política, la eutanasia, la dignidad del envejecimiento y los trastornos psíquicos. Minerva se enfrenta cara a cara a muchos de estos temas”.
Pero no todo en Minerva tiene un tono dramático. Hay algún momento, nos desvela Assumpta Serna, “que espero que haga reír mucho”. ¿Podría ser este el principio de una comedia?