'Amaeru' es una palabra que en japonés significa benevolencia en el cuidado a los demás. Partiendo de este término, y de esta acción marcada inevitablemente por el altruismo, Carolina Román (Formosa, Argentina, 1972) ha escrito y dirigido una obra que estará en los Teatros del Canal a partir del 5 de enero.
Protagonizada por los argentinos Daniel Freire y Omar Calicchio, nos encontraremos en el escenario de la Comunidad de Madrid la historia de dos hermanas que viven añorando lo que ven cada tarde en la televisión. Su presente es frío, deshumanizado. Viven en el barrio porteño de Liniers (Buenos Aires) y pasan del humor al horror en un baile permanente entre el amor y la necesidad. Solo gracias a un giro final lograrán que su puzle existencial llegue a encajar...
"Me pregunté qué sería de nosotros sin los demás. Y también pensé en el acto de cuidar y ser cuidado. Todo, a base de preguntas que son las que he puesto en juego". Carolina Román
"En realidad, su costumbrismo argentino no es más que la excusa, porque si bien la historia ocurre allí, algo que en principio suena tan local al abrirse nos damos cuenta de que es la más universal. Ya sabe, háblame de tu aldea y me hablarás del mundo", explica a El Cultural la autora de Juguetes rotos, una obra que tiene en común con Amaeru la forma de preguntarse por los vínculos humanos y la idea de llevar hasta el final esas cuestiones sobre las tablas: "En Amaeru son dos seres que se necesitan, personas que no podrían vivir la una sin la otra, sin la constante mirada y complicidad del otro".
[Carolina Román y la identidad reprimida]
Por eso, para la autora y directora, el fin de la obra es contar la imposibilidad de hablar de lo humano en una civilización cada vez menos humanizada: "No hay tiempo para dedicar un rato a sentirnos y a darnos prioridad. La historia habla de ese lugar donde podemos acabar en un futuro no muy lejano y que se podría convertir en una auténtica distopía".
Román, que prepara en estos momentos otra obra centrada en la vejez y el tramo final de la vida, conecta lo sucedido en la pandemia con el espíritu de Amaeru: "En el momento en el que el hecho de vernos con el otro pasó a ser un anhelo y una necesidad de primera categoría me pregunté qué sería de nosotros sin los demás. Y también pensé en el acto de cuidar y ser cuidado. Todo, a base de preguntas que son las que he puesto en juego en el montaje".
Freire y Calicchio se moverán en una exquisita escenografía, ideada por Alessioi Meloni, capaz de fundir texto e imagen gracias a coreografías y efectos sonoros y audiovisuales. Son elementos, desvela Román, que contribuyen a mostrar estas células emocionales que el personaje principal recorre ayudado por un hilo sensorial y mágico. Será como pasar páginas de un libro".