Sergio Peris-Mencheta. Foto: Rubén Martín

Sergio Peris-Mencheta. Foto: Rubén Martín

Teatro

Sergio Peris-Mencheta: "Poder dirigir teatro a diario, aun en remoto, ha sido mi tabla de salvación"

El director, que se recupera de un transplante de médula en Los Ángeles, regresa con la reposición de 'Cielos' en La Abadía. En junio, su última obra, '14.4', vendió todas las entradas en dos días.

11 septiembre, 2024 02:14

Desde que en enero anunciara que padecía leucemia, la vida de Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975) ha dado un vuelco. Sin perder la sonrisa, con tono afable, contesta por teléfono desde su casa en Estados Unidos, consciente de que tiene que cuidarse más. “Ahora me preparo para estar bien, para poder hablar y responder. Esa previsión es muy jodida, porque yo no sé cómo va a estar mi cuerpo, a pesar de todas las pastillas que me tomo”, comparte.

Para lo que sí está siempre dispuesto es para hacer teatro. “Eso no es trabajo, es un momento estupendo para poder relacionarme con otros y no tener que estar tanto tiempo encerrado aquí en Los Ángeles, tan lejos. Me conecta y me evade”.

Infatigable, con varias obras de actualidad, 14.4 (escrita por él con Juan Diego Botto y Ahmed Younoussi) o Cielos de Wajdi Mouawad, el director ya prepara, de hecho, su próximo proyecto, Here There Are Blueberriesde Moisés Kaufman. “El mercado no acepta dos obras de Peris-Mencheta al año, si no yo me haría tres”, bromea.

Pregunta. Con Cielos regresa a La Abadía un año después del estreno. ¿Cuáles cree que son las claves de su éxito?

Respuesta. Bueno, es una obra moderna, a pesar de estar escrita en 2009. Sobre todo en esta cosa de la rebeldía de la juventud de Occidente que quiere atentar contra lo que simbolizan las generaciones precedentes, que les han dejado un mundo de mierda. Estoy feliz de que la función se vea porque es una obra difícil de digerir, según la manera que tenemos ahora mismo de consumir entretenimiento. Tiene un planteamiento denso, largo, con una velocidad y un ritmo más propios de principios de los 2000. Pero en cuanto te atrapa, no te suelta. La clave del éxito está ahí y en que se ha corrido la voz.

"Uno cuelga un post para que la gente que le sigue sepa y ya está. Pero de repente le preocupo a más gente de la que pensaba. Eso es gasolina".

P. Dice que el mercado no acepta varias obras suyas a la vez, sin embargo, por poco no coincide con 14.4, con la que harán gira a partir de enero. ¿Cuál es el feedback que ha recibido de ella?

R. Esto ha sido todavía más sorprendente, porque las circunstancias en las que la hemos hecho han sido muy difíciles. A distancia y con poco tiempo, con todo lo que significa dirigir una obra de teatro en remoto, pero además se trata de una historia en primera persona, de alguien que vivió esa dura peripecia y que se ha subido a un escenario una vez en su vida. Además, están mis circunstancias personales, que hacen que todo dé un vuelco. 

P. Juan Diego Botto nos comentaba que, a pesar de sus circunstancias, no soltó la mano de Ahmed Younoussi en ningún momento. ¿Cómo lo vivió?

R. De una manera ambivalente. Por momentos, mi cuerpo me decía: “Hasta aquí, tienes que descansar, cierra el ordenador, despídete y diles que sigan por su cuenta”. Ha sido un viaje con muchos baches, pero, en general, poder tener contacto con mi parte creativa casi a diario ha sido una especie de tabla de salvación.

La etapa más dura

Durante los ensayos de 14.4, Peris-Mencheta se conectaba todos los días a las 7, las 16h en España, durante 5 o 6 horas. Para entonces, cuenta, ya habían calentado Younoussi y el ayudante de dirección, Óscar Martínez-Gil. Con todo un sistema de cámaras y un equipo que se volcaba para atrapar cada pequeño detalle de luz, entonación, sonido y movimiento y que el director de escena pudiera seguirlo todo desde su pantalla en Los Ángeles con la mayor precisión posible.

“Pero estaba siempre la distancia, el no poder tocar ni oler, no poder abrazar y coger a tu actor, llevártelo de escena, hablar con él tranquilamente aparte –se lamenta–. No he tenido la oportunidad, para mí esencial, de quedarme solo con la escenografía, imaginando todo lo que puede dar de sí. Todo eso me lo he perdido esta vez y soy plenamente consciente de que la función adolece de eso. No puede no hacerlo”. Aún así, el director se muestra feliz y sorprendido por la acogida. “Sabíamos que era una historia importante, pero no sabíamos que iba a ser tan pertinente –confiesa-. Evidentemente cuando decidimos montar 14.4, no teníamos ni idea de que, a nivel político, uno de los grandes temas iba a ser la reubicación de los menas”.

"Ahora mismo estoy bien. Y es un placer tan absoluto, solo estar bien. Es un cambio radical de entender la vida, las relaciones y de entenderte tú".

P. Mientras el público asiste a la travesía vital de Ahmed, usted experimentaba la suya. ¿Cómo se encuentra ahora?

R. Ahora estoy en la etapa más dura, en la que necesito más paciencia. Uno piensa que estar en casa ya es estar bien. Eso significa que no te despertarán durante la noche varias veces, que no estarás todo el rato enganchado al gotero, que tienes libertad de movimientos, y que estás en tu cama. Pero es fatigoso, el cuerpo se va adaptando a este nuevo espacio igual que Ahmed se adaptó a su nuevo país cuando cruzó el estrecho. Tuve que empatar con él para contar esta historia. Para mí la obra ha sido una manera de rellenar energía diariamente, como si el hecho de crear me estuviera reponiendo las baterías. Ahora, los días que había un parón porque el equipo lo necesitaba, muchas veces yo no volvía del descanso. En cuanto desconectaba, me costaba mucho recuperarme.

P. ¿Cómo le ha cambiado la vida en el último año?

R. Algo más, porque todo esto viene ya de abril del año pasado. A nivel personal, tengo mucha más cercanía con la vida y lo que significa. Ahora empieza una etapa nueva, con un cuerpo que está muy tocado, porque todo el acondicionamiento de antes del trasplante y el propio trasplante en sí, es muy agresivo y conlleva efectos secundarios a medio y largo plazo. Trato de cuidar mucho más el cuerpo que habito y de tener más contacto con las cosas importantes. Saber que beber no es tragar y que respirar no es solamente dejarse llevar sino hacer respiraciones conscientes. Cuando has sentido el cuerpo todos los días y tantas horas de manera deficiente, joder, cuando estás bien, estás tan agradecido... Por ejemplo, ahora mismo estoy bien. Y es un placer tan absoluto, solo estar bien. Es un cambio radical de entender la vida, las relaciones y de entenderte tú. Es como decir: “Este personajillo ha estado apunto de irse al otro barrio y aquí sigue, dando caña”.

El cariño a distancia

P. Comentaba antes lo difícil que se le hace la distancia y, de hecho, con 14.4 ha tenido algún encuentro online con su público. ¿Cómo fue aquello?

R. El día del estreno pude saludar a la gente que vino. El problema es que yo no les veía, escuchaba las risas y los aplausos, pero no les veía. Fue un poco aséptico, igual que los ensayos. Luego me volví a conectar en otro encuentro con Ahmed y Juan y también fue, inevitablemente, una experiencia más racional y fría que a las que estoy acostumbrado.

P. Y en lo personal, ¿ha recibido muchos apoyos?

R. Tengo miles, pero miles de mensajes directos que no he tenido tiempo ni energía de abrir. El teléfono lo tengo bastante olvidado. Nunca he sido muy de redes, cuando tomé la decisión de colgar un post diciendo lo que me pasaba, me lo pensé mucho. Uno cuelga un post para que la gente que le sigue sepa y ya está. Pero de repente, me sigue más gente de la que me seguía. O sea, le preocupo a más gente de la que creo que le preocupo. Y eso es gasolina. Eso fue y está siendo súper bonito.