¿Se puede conocer a un hombre sin haber hablado con él? ¿Es posible recordar asuntos de su vida sin tener el privilegio de su conversación; la textura de sus manos; el esbozo de su sonrisa; los giros de su genio; el pulso de su escritura?
Ha partido un hombre a quien muchos conocíamos de muchas maneras. Algunos porque de leídas habíamos sabido de su papel fundamental en el teatro colombiano que comenzó en 1959, cuando estrenó en el teatro Colón El maestro, de Eugéne Ionesco. Otros porque fueron entrañables pasajeros del tren de su vida en la cual escribió, leyó, pensó e imaginó, desde y para el teatro, la vida como una creación colectiva y un juego escénico mediante el cual es posible activar mecanismos morales que nos hagan comprender que podemos actuar como adversarios sin necesidad de aniquilarnos.
Quizá todo primer papel prefigura un camino sin que lo sepamos, y Carlos José Reyes supo hace sesenta y tres años, cuando estrenó su primer montaje, que el maestro nunca llega cuando se lo espera, que la conversación de los personajes que se cruzan en la escena, el anunciador y las parejas, es un artilugio que nos permite avanzar en la vida. Todos esperamos el milagro y sabemos que se trata de prometernos la imaginación de un futuro compartido. Uno sabe que todo comienza en algún lugar y como un recuerdo impreciso vamos tirando del hilo.
Carlos José Reyes hizo de su vida una permanente creación. Nunca dejó de pensar en crear variaciones de su propia existencia
Carlos José viajó a la sala de su casa y recordó que un día de 1948, por inventarme una edad, cuando tenía siete años, en esa década en la cual el país se fracturó con un cadáver insepulto, conoció el teatro por su madre. Ella supo que actuar era poner en acto la potencia, abrir un espacio hacia adelante, crear un tiempo inédito y nuevo, abrir un espacio en medio de la realidad, una grieta, una ventana, una posibilidad.
Por eso Carlos José Reyes hizo de su vida eso, una permanente creación: produjo y le permitió comienzos a actrices, actores, libros, series de televisión; a una gestión encomiable, seria y entusiasta en la Biblioteca Nacional durante diez años; a grupos de teatro como El Búho, El Alacrán, La Candelaria, El TAP; a hijos delicados y sensibles como Pilar, Juliana y Carlos Felipe; a relaciones perdurables de amor en las cuales entendió que el teatro es la vida misma y la vida misma puede ser Clara.
Por eso nunca dejó de pensar en crear variaciones de su propia existencia y se hizo siempre las preguntas de quién entiende la esencial tarea del ser. Y luego, también, otras preguntas avivadas por la lectura: ¿qué pasaría si Kafka se quedara encerrado en la misma habitación con Gregorio Samsa convertido en un insecto? ¿Quiénes son esos soldados que esperan el tiempo bajo el olor de los platanales? ¿Cuál es la gran imprecación sobre los muros de esa ciudad que se ha quedado más sola sin él?
Hoy, este septiembre de 2024, tal vez sea el momento de pintarle otra boca a globito: veámoslo partir mientras sonríe desde algún lugar en ese horizonte que abren los hombres dulces. Esos que nunca dejaron de jugar pues comprendieron muy pronto que estamos hechos de imprevistos, de absurdos, de posibilidades, de cariño, de manos amables y conocidas que quizás nunca tocaremos. Siempre es posible soñar con que en algún corredor de nuestra mente podemos conocer a hombres excepcionales como él. La vida también es sueño. Hasta pronto, admirado Carlos José.
Juan David Correa es ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes de Colombia.
Carlos José Reyes (1941-2024) fue un dramaturgo y gestor cultural clave en Colombia, cuya obra incluyó teatro, guiones para cine y televisión, además de escritos críticos sobre la violencia y el teatro en el país. Fue uno de los 70 galardonados en la convocatoria Trayectorias del Ministerio de las Culturas este año y recibió el Premio Vida y Obra de la Secretaría de Cultura de Bogotá. También fue director de la Biblioteca Nacional durante una década. Tuvo tres hijos: Pilar Reyes, directora editorial en Penguin Random House; Juliana Reyes, dramaturga de la compañía de danza L'Explose; y Carlos Felipe Reyes, gerente general de la empresa de renovación urbana de Bogotá.