El poder de atracción de un monumento tan universal como Stonehenge le sirve al British Museum de anzuelo para presentar una de las exposiciones más ambiciosas que nunca se hayan hecho sobre la prehistoria en el Reino Unido. La muestra se llama El mundo de Stonehenge, pero el archifamoso círculo de piedras es casi una excusa para ir mucho más allá e indagar en la vida de los primitivos europeos que poblaron el continente entre hace 5.000 y 3.500 años.
La exposición huye del tópico del hombre de las cavernas, atado a un tiempo y un lugar, para mostrar una sociedad dinámica, llena de conexiones que trascendían la isla de Gran Bretaña y con profundos conocimientos de la naturaleza y de las estrellas. Por eso, preguntada sobre cuáles serán los descubrimientos que más pueden sorprender al visitante, la comisaria de la muestra Jennifer Wexler no duda en afirmar que "la sofisticación de su cultura" romperá muchos esquemas mentales.
"Hay algo de ese mundo y de la arqueología con lo que podemos identificarnos fácilmente. Podemos ver a veces escenas de la vida doméstica, a la gente con sus cacerolas y sus pertenencias que, en cierta forma, no son tan diferentes a nuestro día a día", explica Wexler a Efe.
Desde pequeños utensilios cotidianos a singulares obras de arte, más de 400 objetos acercan en la exposición —que se abre el próximo jueves hasta el 17 de julio— una realidad milenaria a la que el gran público suele ser ajena.
Joyas nunca expuestas
Aunque el objetivo de la exposición no es tanto impactar con tesoros sino mostrar cómo era la vida de aquellos antiguos europeos, ciertas piezas son prácticamente únicas en el mundo y su valor es incalculable. Una de ellas es el disco celeste de Nebra, de 3.600 años, que se cree que es la más antigua representación del cosmos que se conserva en el mundo.
Esta pieza circular de 31 centímetros y hecha en bronce está recubierta de un color verde azulado que representa el firmamento con símbolos dorados que evocan las estrellas, el sol, la luna y hasta los solsticios. Fue descubierta en 1999 cerca de Nebra, en Alemania oriental, y ha sido prestado por el Museo de la Prehistoria de Halle para exhibirse fuera de su país por primera vez en 15 años.
Ese mismo año fue hallado en Norfolk (al este de Inglaterra) uno de los iconos más singulares que se podrán ver en esta muestra, el círculo de madera de Seahenge, una especie de réplica del crómlech de Stonehenge hecha con troncos y que fue descubierta bajo las arenas de una playa.
Sin embargo, los organizadores han esperado hasta casi la víspera de la inauguración para anunciar la estrella de la exposición: una pequeña escultura de 5.000 años de antigüedad tallada en roca de tiza que el British Museum ha catalogado como el descubrimiento de arte prehistórico "más importante" del último siglo en el Reino Unido.
La pieza no impresiona de primeras. Se trata de un pequeño tambor que fue hallado en 2015 durante una "excavación rutinaria" en Burton Agnes, en el noreste de Inglaterra, y se le considera uno de los objetos antiguos más importantes que han aparecido en la isla.
Progresos tecnológicos
Wexler, quien comisaria El mundo de Stonehenge junto al arqueólogo Neil Wilkin, reconoce la revolución que han supuesto los progresos técnicos, como los análisis de ADN, para dar un paso de gigante en el conocimiento de la prehistoria en las últimas décadas. "Ahora sabemos, gracias a los elementos químicos en sus huesos, que la gente venía desde Europa continental, recorrían distancias enormes y algunos de ellos iban y venían", dice la experta.
Esas conexiones en el ADN han permitido indagar incluso en las relaciones familiares entre los restos humanos que se han hallado enterrados, y averiguar que "había gente que tenía primos en Europa continental y vivían en Gran Bretaña, o que habían emigrado aquí desde los Alpes".
"Se movían en distancias mucho mayores de lo que esperábamos, es alucinante. Solemos creer que eso es una idea moderna, pero incluso en las islas británicas vemos conexiones entre Orkney, en el norte de Escocia, y Stonehenge, en el sur de Inglaterra", agrega. Todo ello les ha hecho concluir que los barcos eran mucho más importantes en la vida de esas personas de lo que se pensaba hasta ahora.
"No siempre contamos con restos de embarcaciones, pero es la forma más fácil para que se moviesen, a través de rutas marítimas, y además sabemos que en la Edad de Bronce hay materiales a ambos lados del canal de La Mancha que son los mismos", dice Wexler.