Pedro Cifuentes, el profesor influencer que ha revolucionado las clases de Historia con sus divertidas y perspicaces viñetas, vuelve a sorprender con un ambicioso proyecto. Primero por el tema a abordar, elaborar una historia de España en cómic actualizada y con los ingredientes que le caracterizan —alta divulgación, calidad artística y mucho humor—, titánica empresa que no se acomete desde hace más de cuatro décadas; y después por el formato: las obras tienen unas dimensiones de 29,7 x 42 centímetros. Espacio más que necesario para adentrarse con un enorme grado de detalle en la sucesión de niveles del yacimiento de Atapuerca o en el monumental sistema de fortificación del asentamiento argárico de La Bastida, en Totana.
En el primer volumen de la serie, Prehistoria en la Península Ibérica (Desperta Ferro), Cifuentes introduce este periodo y el proceso evolutivo del ser humano antes de centrarse en el territorio que hoy en día es España. "Luego aparece un laboratorio gigantesco, el del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, con el que trato de demostrar que todo lo que voy a contar está ahí porque existen pruebas arqueológicas y no lo estoy diciendo desde la pizarra", explica el docente y Premio Nacional de Educación para el Desarrollo.
Al contrario que para los volúmenes de Historia del arte en cómic, dedicados hasta ahora al mundo clásico, la Edad Media y el Renacimiento, el autor ha contado con la ayuda de un equipo de asesoramiento histórico formado por Verónica Balsera, doctora en Prehistoria, Arqueología y Patrimonio por la UAM, Jorge García Cardiel, doctor en Historia Antigua por la UCM, y Alberto Pérez Rubio, editor de Desperta Ferro. Un trabajo colectivo —también se ha contado con un colorista— que ha cambiado su forma de trabajar. "Siento como que hay un equipo de historiadores que quieren contar cómo era la prehistoria en cómic y yo solo lo he articulado", dice Cifuentes, que ha necesitado un año para dibujar las 64 páginas.
En esta particular mirada a la prehistoria peninsular, una lectura muy entretenida con temas que regatean el canon habitual, las aventuras de 'El profe', Lómper y compañía discurren por lugares como Altamira y el proceso de creación de las pinturas rupestres, Los Millares, la que ha sido bautizada como la primera ciudad peninsular, o los monumentos de la cultura talayótica.
Una de las principales virtudes del tebeo radica en que los bocadillos y las viñetas introducen cuestiones de plena vigencia entre la comunidad científica, como el papel de las mujeres, el origen del pensamiento simbólico o la aparición de las desigualdades y las jerarquías. Los detalles, además, son numerosos: la famosa diadema de plata de La Almoloya revive aquí sobre la cabeza de su propietaria, la princesa de hace unos 4.000 años.
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Cifuentes explica que las enormes ilustraciones y las páginas que rememoran a un tabloide abren un amplio abanico de posibilidades artísticas y explicativas: "El cómic te permite trabajar la obra de muchas maneras. Este formato a mí me ha permitido experimentar con la forma de contar las cosas, recrearme, darle verticalidad y la vuelta al tebeo".
Aunque el guion haya sido controlado por historiadores, no pierde de vista la obra a su principal público: los alumnos. "Está pensada para la ESO, hecha con un currículum a mano, tanto el de la anterior reforma educativa como la que tenemos ahora en ciernes. Sí es cierto que tiene dos usos diferentes: uno recrearte tú como lector multinivel y otro para trabajar dentro del aula, de un contexto más amplio", explica.
Desde su aterrizaje en el mundo de la enseñanza en 2008, Pedro Cifuentes ha abanderado el uso de los tebeos como herramienta educativa: "Lo bueno que tiene dentro de clase es que te permite realizar unas rutinas de pensamiento muy potentes: enseñas a los chavales a esquematizar la información, a sintetizar un tema complejo en un cómic de ocho viñetas. El profesor a lo mejor no tiene ni idea de lo que has puesto porque dibujas fatal, pero eres capaz de expresarte. La narrativa gráfica se convierte en una herramienta didáctica para potenciar la oralidad".
Y también reivindica el cómic como otro acicate para despertar la curiosidad del alumnado: "Yo soy partidario de que se deje espacio a la investigación. A veces los profesores pecamos demasiado de didácticos, de dirigir a los chavales. Pero hay que confiar un poquito más en sus capacidades. No se trata de saturar al alumno con datos y más datos, sino dejar que descubra, porque no estamos hablando de una cosa triste y aburrida, eso no es la historia". Su última obra cuenta además con un juego descargable destinado a sus compañeros de profesión.
Prehistoria en la Península Ibérica, "un tebeo de historia hecho por una editorial que se dedica a la historia", anuncia el autor sobre su calidad en cuanto a los contenidos y el fondo documental, se cierra con el desembarco de los fenicios en la costa gaditana y el comienzo de la Edad del Hierro. "Entre las colonizaciones, los íberos y la romanización ya estoy sudando frío", bromea el infatigable divulgador. Su Historia de España en cómic es un ambicioso y rompedor proyecto que se colará en muchas aulas y casas.