La colección numismática del Museo Hunterian, ubicado en el campus de la Universidad de Glasgow, escondía un sorprendente "misterio sin resolver": la autenticidad de una moneda de oro supuestamente de época romana grabada con el nombre y el retrato de un emperador totalmente desconocido, del que no se sabe nada por ninguna otra fuente escrita o arqueológica. Hallada en 1713 en la región de Transilvania, en la actual Rumanía —así lo corrobora una nota manuscrita del inspector de medallas de la Colección Imperial de los Habsburgo en Viena—, muchos eruditos han considerado que se trata de una falsificación dieciochesca.
Sin embargo, un estudio científico liderado por Paul N. Pearson, del University College de Londres, y cuyos resultados se acaban de publicar en la revista PLOS, ha desvelado que el áureo es auténtico y fue acuñado a mediados del siglo III d.C. Así lo demuestran las imágenes obtenidas con espectroscopia, luz ultravioleta o microscopía y la presencia de rasguños, marcas de uso y minúsculos restos de tierra: la pieza estuvo en circulación durante un considerable periodo de tiempo y luego acabó enterrada. ¿Quién fue entonces Esponsiano: un usurpador o un princeps tan efímero que ni siquiera fue contabilizado en las listas imperiales?
La moneda en cuestión formaba parte de un conjunto mayor de siete piezas. Aparte de un posible stater macedónico de Alejandro Magno hoy perdido, el resto del grupo, probablemente obra de un único acuñador por sus características estilísticas —barbillas prominentes, ojos saltones y letras gruesas, incluso con algunas omisiones por falta de espacio— conduce al mundo metálico romano por los personajes protagonistas: emperadores como Gordiano III o Filipo I/II, de mediados del siglo III d.C.
[Impresionante hallazgo en Italia: 24 estatuas de bronce etruscas y romanas intactas bajo el barro]
El nombre del presunto emperador es extremadamente singular. Solo se conoce otra mención, gracias a una inscripción funeraria documentada en Roma, de un individuo llamado Nicodemo Esponsiano. El áureo, que iba acompañado de un ejemplar idéntico en plata también desaparecido, llama además la atención por la imagen del reverso: dos figuras con toga, una de ellas con un instrumento musical, y en medio una columna de cuentas. La leyenda "C AVG", que podría hacer refencia a los títulos de César Augusto, es en realidad, según los investigadores, la fórmula abreviada de Caius Minucius, un personaje republicano que acuñó un denario con este diseño en 135 a.C. Es decir, el tema iconográfico fue copiado de una pieza que había circulado más de tres siglos antes.
Crisis e invasiones
Las monedas del conjunto de Esponsiano tienen una menor pureza de oro que dos áureos puramente romanos con los que han sido comparadas. Los historiadores detallan que en el siglo III se registró una importante crisis para obtener este preciado metal por las pérdidas que sufrió el tesoro imperial en sus luchas con los persas y por la derrota en la batalla de Abrito contra los godos, en 251.
Los autores del estudio señalan, por lo tanto, que estas piezas no fueron acuñadas en Roma, donde estaba la ceca principal, sino que se trata "una categoría única de monedas antiguas: pesados medallones de oro fundido de diseño muy anómalo que no son "bárbaros" [ejemplares de los siglos III y IV elaborados en una región que abarca las actuales Ucrania, Bielorrusia y Polonia y que imitaban toscamente a los áureos] ni falsificaciones [modernas]".
Sin embargo, esto no resuelve el enigma del histórico Esponsiano. Al no controlar ninguna ceca oficial ni aparecer mencionado en ninguna de las fuentes clásicas es evidente que no gobernó en Roma. La moneda fue hallada en el corazón de la provincia de Dacia, la única parte sustancial del Imperio más allá del Danubio y que había sido conquistada por el emperador Trajano por sus recursos minerales. A mediados del siglo III, la zona estaba cada vez más aislada y los legionarios hacían frente a incursiones constantes de los sármatas o los godos.
Paul N. Pearson y su equipo rechazan algunas interpretaciones previas que describen a Esponsiano como un usurpador en época de Filipo I (r. 244-249). Para ellos, su aparición habría que enmarcarla en el reinado de Galieno III (260-268), cuando Roma empezó a desintegrarse. "Sugerimos que Dacia quedó aislada del centro imperial alrededor de 260 y se independizó efectivamente bajo su propio régimen militar que al principio acuñó lingotes de metales preciosos usando diseños antiguos de la era republicana, luego usó los nombres de los emperadores más recientes que habían logrado cierto éxito en la zona y, finalmente, piezas con el nombre de un comandante en jefe local", escriben en el artículo científico.
[Jerry Toner: "Si viajásemos a la Antigua Roma la encontraríamos absolutamente repugnante"]
La provincia de Dacia fue abandonada hacia 271, ya con Aureliano como césar. Las fuentes no informan de que liderase o pusiese en marcha una campaña militar contra un régimen rebelde como sí había hecho en la Galia, por lo que lo más probable es que las autoridades regionales colaborasen en la evacuación. Quizá en ese momento, un individuo acaudalado decidió ocultar bajo tierra las monedas de oro que poseía. Pero por alguna razón desconocida nunca pudo recuperarlas. Nadie lo haría hasta 1713.
"Proponemos que Esponsiano pudo haber sido el oficial al mando (dux) de esas legiones [XIII Gemina y V Macedonica] y las fuerzas de Dacia, y que lideró un régimen secesionista en una ventana temporal que se extiende entre 260 y mediados de la década de 270, en un momento en que la mayor parte del Imperio se vio sacudido por las guerras civiles y el colapso de las fronteras, y las comunicaciones con Roma eran imposibles", concluyen los investigadores. "Su prioridad habría sido proteger a la población y resistir la invasión de tribus hostiles. En ese escenario, no fue técnicamente un usurpador que desafió a la autoridad central, sino que su imperium puede considerarse una necesidad local".