En su camino hacia Italia, donde permanecería casi tres décadas y se convertiría en rey de Nápoles antes de regresar a España como Carlos III, el todavía adolescente se detuvo en Almansa. Sus padres, Felipe V e Isabel Farnesio, había programado aquella parada con especial detalle. "Esta tarde estuve en el campo de batalla donde vi la pirámide [en referencia a un obelisco conmemorativo], y había un guardia flamenco que estuvo allí y que me explicó [el enfrentamiento] muy bien, y había otros que también participaron en ella, y después de examinar bien el campo de batalla, maté varios conejos y palomas", informaría el infante. Era consciente de lo que significaba aquel lugar para su familia: su madre le escribiría recordándole que ellos debían el trono de España a lo vivido aquel día.
En la tarde del 25 de abril de 1707, en apenas un par de horas, se registró en Almansa un choque que cambió el desarrollo de la Guerra de Sucesión española. La victoria de las tropas borbónicas, que superaban en unos 10.000 efectivos a los austracistas, decidió el curso de una contienda que solo un año atrás parecía decantarse a favor del archiduque Carlos, cuando un simbólico e inoportuno eclipse solar había acompañado la retirada de Felipe V, nieto de Luis XIV, el rey Sol, hacia territorio francés tras el fallido asedio de Barcelona. Ya había perdido los territorios de la Corona de Aragón peligraban los de Castilla.
Pero solo doce meses después, Felipe V logró consolidarse en el trono de España. No fue un milagro, sino el resultado de una brillante estrategia planteada por el duque de Berwick. Esta campaña de 1706-1707, que acabó con la decisiva batalla, sirve a Aitor Díaz Paredes como eje vertebrador de su sugerente e innovador análisis sobre la Guerra de Sucesión, un conflicto global que se prolongó durante más de una década.
En Almansa. 1707 y el triunfo borbónico en España (Desperta Ferro), el doctor en Historia Moderna por la Universidad de Navarra desgrana una guerra civil e internacional —más económica e imperial que dinástica: no fue simplemente un conflicto entre felipistas y austracistas— centrándose en su momento cumbre. Pero no se trata solo de bucear en los entresijos y claves bélicas, sino que el autor traza un retrato colectivo de una época y un año que cambiaron la historia de España y de Europa.
Se trata de un libro de historia militar que también hace historia social, económica, políptica y diplomática. Díaz Paredes explica el contexto internacional, el papel de la propaganda, el carácter global de la guerra por el trono español, las reformas implantadas por los Borbones, las perspectivas de todos los países involucrados —franceses, británicos, portugueses, neerlandeses, etc.—, el funcionamiento de los ejércitos, la cobertura mediática de la aplastante victoria borbónica en Almansa o las grietas abiertas en el bando aliado a raíz de este resultado. Un cóctel de temas y escenarios que conjugan una narración novedosa y cautivadora.
[El impresionante y olvidado resurgir de España con Felipe V]
"Las campañas de 1706 y 1707 forman un continuo. No se entiende lo que pasa en 1707 sin saber qué ocurre durante 1706", valora el historiador. "Ahí es donde la batalla de Almansa, que tiene lugar en abril de 1707, cobra sentido: permite explicar todo lo que tiene que darse hasta llegar a ese punto y, al darse todavía en primavera, nos deja varios meses, hasta noviembre, para ver qué pasa después de una batalla tan trascendental. Una batalla, en sí misma, no explica una época, pero todo lo que la rodea sí lo hace".
Una de las conclusiones más llamativas del autor es su convencimiento de que el bando aliado no podía salir victorioso por las divisiones en los intereses de austriacos y británicos o por los problemas logísticos, financieros y administrativos. Sus generales estuvieron sumidos en todo momento en la estrechez de medios y la mutua desconfianza. "En resumen, los puntos fuertes del ejército borbónico fueron precisamente las debilidades del ejército que sostenía la candidatura austracista. La batalla de Almansa fue así la manifestación de la imposibilidad austracista de ganar la guerra", resume el Díaz Paredes.
Las tropas lideradas por el conde de Galway contabilizaron más de 7.000 fallecidos y en torno a los 10.000 prisioneros, mientras que el duque de Berwick contabilizó 5.000 bajas entre muertos y heridos entre sus hombres. ¿Pero entonces por qué se prolongó la guerra hasta 1714? "La batalla de Almansa fue decisiva porque corrió el frente de guerra desde Calatayud por el norte y Elche por el sur, hasta Lérida y Tortosa, y porque tuvo unas consecuencias políticas inmediatas mediante los Decretos de Nueva Planta. Después de Almansa, era imposible volver a la situación anterior", responde el historiador.
La gran virtud de su relato es esa polifonía de voces e instancias desde las que se analiza el conflicto, descendiendo desde las más altas esferas diplomáticas y militares hasta las circunstancias vitales de los paisanos del campo manchego. Un ejemplo del preciso y minucioso trabajo de documentación y reconstrucción de los hechos que realiza el autor lo proporciona el capítulo dedicado exclusivamente a los prisioneros de la batalla, "los olvidados", como el capitán inglés Dudley Cosby, que recordaba cómo unos campesinos empezaron a insultarle y agredirle por negarse a gritar "¡viva Felipe V!".