Un nuevo estudio genético ha descubierto que entre los primeros humanos que llegaron a América durante la Edad del Hielo se incluyeron individuos procedentes del norte de la actual China, y lo hicieron en al menos dos oleadas migratorias. Los resultados obtenidos por un equipo de científicos chinos muestran que la ascendencia genética de los nativos americanos es más compleja de lo que se pensaba.
"Además de las fuentes ancestrales descritas anteriormente [en estudios previos] en Siberia, Australo-Melanesia y el Sudeste Asiático, hoy vemos que la costa norte de China también contribuyó al acervo genético de los nativos americanos", resume el antropólogo Yu-Chun Li, investigador de la Academia China de Ciencias, y primer autor del artículo publicado este martes en la revista científica Cell Reports.
Durante mucho tiempo se pensó que los primeros americanos descendían de poblaciones de Siberia que cruzaron el estrecho de Bering. Sin embargo, pruebas genéticas, geológicas y arqueológicas más recientes han desvelado un escenario diferente: múltiples oleadas de humanos viajaron a América desde diversas partes de Eurasia.
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La investigación del equipo chino ha consistido en rastrear un linaje ancestral, conocido como D4h, presente en el ADN mitocondrial y que puede utilizarse para rastrear el parentesco por línea femenina, que podría vincular a poblaciones de la era paleolítica de Asia Oriental con los primeros individuos que habitaron las actuales zonas de Chile, Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, México y California. Tras analizar más de 100.000 muestras de ADN contemporáneas y 15.000 antiguas de toda Eurasia, los científicos identificaron a 216 individuos contemporáneos y 39 antiguos pertenecientes a este raro linaje y trazaron su ruta de ramificación.
Los resultados han desvelado dos grandes migraciones. La primera tuvo lugar entre 19.500 y 26.000 años, durante el Último Máximo Glacial, cuando la capa de hielo era más densa y las condiciones en el norte de China eran probablemente inhóspitas para los humanos. La segunda ocurrió durante el posterior periodo de deshielo, hace entre 19.000 y 11.500 años, cuando se produjo un rápido aumento de la población humana, probablemente debido a la mejora del clima, que pudo impulsar la expansión hacia otras regiones geográficas.
Los investigadores también han identificado un vínculo genético inesperado y sorprendente entre los nativos americanos y los japoneses, concretamente con el grupo indígena de los ainus. Durante el deshielo, otro grupo se ramificó desde la costa norte de China y viajó hacia Japón. Según los autores del estudio, se trata de un hallazgo que explica las similitudes arqueológicas y genéticas entre los pueblos paleolíticos de China, Japón y América. "Esto sugiere que la conexión del Pleistoceno entre América, China y Japón no se limitaba a la cultura, sino también a la genética", asegura el genetista evolutivo Qing-Peng Kong, otro de los autores principales de la investigación.
Aunque el estudio se centró en el ADN mitocondrial, las pruebas complementarias del ADN cromosómico Y sugieren que los antepasados masculinos de los nativos americanos también vivieron en el norte de China más o menos en la misma época que estas antepasadas femeninas. "Sin embargo, no sabemos en qué lugar específico de la costa norte de China ocurrió esta expensión y cuáles fueron los eventos concretos que promovieron estas migraciones", añade Yu-Chun Li
Este estudio presenta una nueva pieza al enigma de ascendencia de los nativos americanos, aunque no resuelven las controversias sobre sus discutidas raíces. "Tenemos que recopilar más linajes euroasiáticos para obtener una imagen más completa sobre el origen de los nativos americanos", concluye Kong.